El tren imparable de Faith Kipyegon
La keniana ganó el oro mundial de 1.500 con una carrera que terminó a ritmos frenéticos.
Faith Kipyegon se levanta cada mañana a las 7:00 en el campamento de Kaptagat (Kenia), con la luz del amanecer en el valle del Rift. El entrenador Patrick Sang anuncia la sesión que toca y el ‘jefe’ Eliud Kipchoge marca el paso. Entre fondistas de largo aliento, maratonianos la mayoría, va infiltrada Faith, mediofondista keniana de currículum descomunal. Tres oros olímpicos (2016, 2021 y 2024) y cinco mundiales (uno de 5.000) tiene en casa. El último lo ganó este martes en el 1.500 de Tokio. Fue una bonita final, con la española Marta Pérez en un meritorio noveno puesto (3:58.54).
Kipyegon dominó como quiso. Una primera vuelta ágil en 1:04 para que no se relajen las rivales, otra más ligera aún (1:03), y a partir de ahí un tren imparable que deja números escandalosos. 2:32 el último 1.000, 1:13 el 500 final, o 58.7 el giro definitivo a la pista del estadio olímpico de Japón. En 3:52.15 paró el reloj esta atleta que se ha convertido en inalcanzable. Corre sin miedo a las consecuencias, ni al ácido láctico.
Su secreto es sencillo. Tiene la velocidad de su vida pasada en Países Bajos, cuando era casi velocista bajo el mando de Bram Som, y desde hace tiempo acumula el fondo infinito que se trabaja a 2.600 metros de altitud en Kenia. Fartlek, dobles sesiones, carreras largas de más de 20 kilómetros. Las series específicas las hace en la irregular pista de Kaptagat y en el tartán de Eldoret, cuando el entrenador manda sesiones de más calidad. “Será una gran maratoniana”, dice Patrick Sang. Tiene 31 años, aún le queda pista.
Comprometida y querida
El ’puño de hierro’ de Kipyegon es proporcional al cariño que le tienen sus rivales. Las imágenes a veces hablan solas. Cuando batió el récord mundial (3:48.68 en Eugene), sus rivales la cogieron a hombros y no dudaron en hacerse una foto con la leyenda. O sin ir más lejos, en Tokio, se vio en la grada a Beatrice Chebet, oro en 10.000 y su rival en 5.000, llorar de emoción por el triunfo de Faith, que a la vez se abrazaba en el suelo con Ewoi (plata) y Hull (bronce). Competición y fraternidad. Kipyegon es madre de una niña, Alyn (“me cambio la forma de ver todo”, asegura), y tiene una fuerte implicación en la lucha por los derechos de la mujer en Kenia.
Su cuarto título mundial de 1.500 le hace igualar con Shelly Ann-Fraser como la única mujer con un póker de oros en una misma prueba. Y también empata a cuatro títulos de ‘milqui’ con El Guerrouj. Casi nada. Ahora toca batirse con su amiga Chebet en 5.000. Ahí tendrá que sacar todo lo que ha trabajado cada amanecer en los escarpados caminos del Rift, y si se da la situación: sacar su final de antigua ochocentista.
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