El rojo de España

El colectivo del atletismo es uno de los deportes más activos en redes sociales y, en consecuencia, también de los más críticos. Eso no tiene nada de malo, de hecho es bueno conocer la pluralidad de opiniones, pero a veces amplifica un ruido que no siempre equivale al parecer de la mayoría del deporte o de la sociedad. La última polémica ha sido la vestimenta anaranjada, que es verdad que no exhibe el rojo español, pero hay que reconocer que es bien bonita. Pero voy a centrarme más en la penúltima controversia, la lista para los Campeonatos de Europa que arrancan este viernes en Roma. Cada vez que se anuncia una Selección en cualquier deporte se generan discrepancias. Ya saben: cada ciudadano tenemos un seleccionador dentro.

El debate, en este caso, tiene más que ver con la filosofía de la convocatoria que con el listado en sí. Hay voces que defienden que la relación debería ser más amplia para dar oportunidades y dotar de experiencia a otros atletas. La política actual de la RFEA, sin embargo, apunta más a la exigencia y a la excelencia. Seguramente, alguno de los deportistas que se han quedado fuera podría tener hueco. Pol Retamal ha sido el más reivindicativo y reivindicado. Pero, al margen de ejemplos específicos, la línea actual del atletismo es la correcta. No hace tanto, en los tiempos de José María Odriozola en la presidencia, las participaciones masivas solo lograban un alto número de eliminaciones prematuras que deterioraba la imagen de nuestro atletismo y de nuestro deporte, y de esa camiseta que entonces sí que era roja de España. Muchas veces, demasiadas, la clasificación era un fin en sí mismo para los atletas, en lugar de alcanzar el máximo rendimiento en los Campeonatos, como sí sucede en la actualidad. El deporte de alto nivel tiene que ser eso: alto nivel. Y eso solo se consigue con la búsqueda de la excelencia, aunque algunos se queden en el camino o el equipo vista de naranja.

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