El primer desquite de la Davis

Ganar un partido por la retirada de un rival no es la mejor fórmula para sentirse pleno. Así lo entiende el propio protagonista. Pero si ese abandono viene acompañado de un 6-1 en el set precedente, después de haber perdido el primero en el desempate, la victoria va tomando otro tono. Carlos Alcaraz necesitaba un triunfo reponedor para salir de un extraño hoyo en el que había caído tras sucumbir en la final olímpica de París ante Novak Djokovic. Tres tropiezos en cuatro partidos es un balance inconcebible para un jugador que en la misma temporada ha logrado dos títulos de Grand Slam, en Roland Garros y en Wimbledon. No sólo por las derrotas, sino por la forma de caer, con mala onda y, en el caso del choque contra Gael Monfils, también con malas pulgas. Alcaraz pelea ahora en Valencia para quitarse esas sensaciones. Esa es una razón por la que se ha apuntado a la Copa Davis, una competición que se juega en equipo, donde te sientes más arropado, siempre con el extra de presión que supone representar a España.

Alcaraz no empezó bien su encuentro ante Tomas Machac, el número 35 del mundo, pero se enmendó, y de qué forma, en el segundo parcial. Luego pidió jugar el dobles, que no era decisivo para el duelo contra Chequia, ya solventado gracias al triunfo anterior de Roberto Bautista, aunque sí podría serlo para futuros desempates. Más allá del resultado, lo que Carlitos buscaba es seguir acumulando buen rollo: en su juego, con el equipo, desde la grada… Cerrar un miércoles completo de desquite. La Selección de David Ferrer vengó la afrenta de 2023, cuando encajó un doloroso 3-0 de los checos en el debut. Y Alcaraz también pudo resarcirse de sus males. Pero hay que rematar aún la faena. Hoy toca jugar con Francia. Y el domingo, con Australia. Dos rivales de aúpa. España también lo es.

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