El podio con mensaje de Sainz

Carlos Sainz se subió el domingo a un podio inesperado en Bakú. Para que uno de los coches menores de la parrilla alcance un gran resultado, como fue el segundo puesto en la clasificación y el tercero en la carrera, tiene que darse la conjunción de varios factores: un circuito que se adapte al monoplaza, como es el caso de Azerbaiyán con el Williams; unas condiciones excepcionales de competición, como fueron las seis banderas rojas y la lluvia del sábado… y también que al volante vaya un buen piloto, como ha demostrado sobradamente Sainz durante su trayectoria.

Que el madrileño haya recaído en 2025 en esta escudería británica venida a menos fue el producto de una cascada de movimientos de mercado que acorralaron su decisión. De entrada, Carlos tuvo que salir de Ferrari para dejar su asiento a Lewis Hamilton, un ilustre que anda pegando tumbos en Maranello. Irónicamente, el español ha logrado subir antes al podio en su tartana, que Sir Hamilton en su Cavallino Rampante. El efecto dominó dejó un volante en Mercedes, que tampoco se destinó a Sainz, sino a una apuesta de futuro como Andrea Kimi Antonelli. No está haciendo mal Mundial el italiano, nada mal, aunque de momento lleva tantos podios como Carlos. No sabríamos cuántos sumaría el madrileño, pero intuimos que más. Y ya no digamos si hubiera fichado por Red Bull, donde Max Verstappen le puso una equis para compartir una dócil competencia con Yuki Tsunoda y Liam Lawson, que tampoco se han subido al cajón de la Fórmula 1 en esta temporada.

De nada sirve mirar ya atrás, y menos con afán de revancha, pero ahí queda el mensaje de Carlos Sainz, que desde el domingo puede presumir de ser el único piloto junto a Alain Prost en lograr podios con las tres marcas históricas: McLaren, Ferrari y Williams. A partir de aquí, solo le queda seguir trabajando. Y apostar al cambio de reglamento de 2026. Como tantos otros.

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