El penúltimo viaje de Carletto

En la velocidad de este presente acelerado a veces son los abuelos, aunque suene paradójico, los que menos atenazados por la incertidumbre... toman más riesgos. Como cantaba hace poco a sus 78 años el genio brasileño Caetano Veloso, “es mucho amor, mucha lucha, es muy divertido, mucho dolor y mucha gloria, no lo voy a dejar...”. Ancelotti, tampoco. Tiene en su veteranía ese carácter tranquilamente nervioso (a paquete de chicles por partido) que le permite asumir riesgos. Como elegir seguir otro año más en el volcánico banquillo del Real Madrid cuando le ponen sin disimulo y en bandeja el de Brasil, la otra cima icónica del fútbol mundial.

Visto desde fuera, este Ancelotti que no tiene nada que demostrar a nadie (en el Madrid ha marcado el check de ‘conseguido’ en la pestañita de cada título posible) parece querer darse el gustazo de despedirse de Chamartín en pie, no como la primera vez. Fiel al club y a sí mismo, con sus pequeños placeres personales. Le pica el gusanillo de convertir, como hizo con Vinicius, en estrellón mundial a Bellingham. Divirtiéndose, más como ese Veloso rumbero que como Jack Grealish. Sea o no el último viaje de Carletto, seguro que nos vamos a divertir con él.

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