Opinión

El nuevo orden del baloncesto

Más de una treintena de jugadores españoles han arrancado este año la competición en la NCAA, que ha revolucionado el basket con sus condiciones económicas, a las que no puede llegar Europa.

ISHIKA SAMANT
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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Chus Mateo, el seleccionador español, maneja un mapa de Estados Unidos donde tiene señalados a los numerosos jugadores que esta temporada compiten en el país americano, tres de ellos en la esfera de la NBA y más de una treintena en la NCAA, la liga universitaria, que ha revolucionado el baloncesto con sus actuales condiciones económicas. Aday Mara y Baba Miller, dos de las principales perlas españolas, han arrancado esta semana la competición con muy buenas actuaciones, pero no son los únicos que llaman a las puertas del futuro. Por allí anda también Mario Saint-Supéry, base de la Selección en el último Eurobasket. Y Guillermo del Pino e Ian Plateeuw, los héroes del oro continental sub-18. Y Álvaro Folgueiras. Y Conrad Martínez. Y Jordi Rodríguez. Y Rubén Domínguez. Y Lucas Marí.

Todos ellos han preferido cruzar el Atlántico para tener más cerca el sueño de la NBA, pero también porque las nuevas normas universitarias les permiten percibir un salario potable en concepto de derechos de imagen, en algún caso por encima del medio millón. En Europa no pueden pagar esas cantidades a esas edades, y normalmente tampoco apostaban demasiado por ellos. Estos jóvenes jugadores tenían muy difícil hacerse un hueco en ligas como la ACB, cuya profesionalización exige resultados inmediatos.

España intenta ahora suplir esa falta de minutos con la creación de la refrescante Liga U. Esperemos que llegue a tiempo para salvar a unas canteras con inquietante futuro, porque en este nuevo panorama, los clubes pueden repensar si merece la pena invertir en formación para que luego vuele a las universidades americanas. El nuevo orden del basket tambalea los pilares tradicionales. Y obligará a Mateo a viajar más que lo hicieron sus antecesores para controlar el talento español, cada vez más desperdigado.

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