El Madrid tiene conciencia de clase
Fue un acto reivindicativo en toda regla y una exhibición mayúscula de talento individual y personalidad colectiva. El mejor Madrid de la temporada reventó al Girona porque hizo todo bien. Jugar sin centrales naturales no importunó al Madrid, que respetó al rival que tenía enfrente y afrontó el partido con un rigor extraordinario. Se puso el mono de trabajo, se agarró al estímulo de la victoria y vibró con la calidad superlativa de Vinicius y Bellingham. En la vida no hay nada más resistente a los prejuicios, pero todo aquel que osó criticar a Vinicius ya se ha debido caer del guindo. El brasileño no se tomó ni un preámbulo, destrozó al aspirante Couto y posicionó a Bellingham de cara a Gazzaniga. Resultó ser, posiblemente, el partido más redondo en su ya histórico trayecto de blanco. Jugó y sudó en labores defensivas, como todo el equipo. En contra de lo que podía parecer, Ancelotti retrasó el bloque en un 1-4-5-1 para proteger a Tchouameni y Carvajal en el centro de la zaga. Incluso, en algunas ocasiones, metió a Valverde como tercer central para fijar a Portu y que los otros dos vigilaran a Dovbyk. Líneas juntas y ayudas constantes para gestionar con orden y trabajo el encuentro. El Madrid nunca se alarmó de que la pelota fuera del Girona y demostró tener una conciencia de clase notable. Si todos corren, si van todos a una, el talento se impondrá. Así pasó.
La traca inicial de Vinicius puso en órbita al Madrid cuando el Girona había salido mandón. Pero a los de Míchel siempre les faltó el atrevimiento que ha definido su espectacular temporada. Fue un equipo más contenido y convencional. A Miguel Gutiérrez no se le vio en posiciones interiores, Savinho ni encaró a Lucas Vázquez y Dovbyk no estaba para nada. El partido pasó por encima del Girona. Seguro que Míchel tendrá un resquemor de cómo su equipo lo abordó, pero cuando el Madrid está así todo parece un imposible. Fue un muestrario de argumentos imbatibles de los de Ancelotti en el que nadie se permitió un despiste y la solidaridad brilló sobre todas las cosas. De ahí que no tuviera que sufrir susto alguno y su fútbol irradiara una lucidez incuestionable en todos los frentes del juego. El empaque defensivo favoreció también a su ataque, donde Vinicius se saltó todos los protocolos e inventó jugadas de gol que no aparecen en ningún catálogo de herramientas. En transición desmontó al Girona en la semana que vuelve la Champions. El Madrid siempre presumió de mayor vocación europea que nacional, pero sabía que ganar al Girona acercaba y mucho el título de Liga imponiéndose, además, a numerosas circunstancias adversas. Nunca se ha dejado arrastrar por la amargura de las lesiones; todo lo contrario. En un proceso a la inversa, cada golpe sufrido le hace ser más fuerte.
Valverde, en línea de tres
Esta imagen se repitió varias veces en el primer tiempo. Valverde retrasa su posición para marcar a Portu y formar en línea de tres con Tchouameni y Carvajal. Del 1-4-5-1 se pasaba de manera ocasional al 1-5-4-1.