El Madrid que debe ser

De la teoría a la práctica a veces hay una larga distancia, pero en esta ocasión el Madrid fue fiel al discurso de Ancelotti en la previa y recompuso su figura con un desempeño solvente, por fases brillante. Ante un irreconocible Osasuna, que no se creyó nunca que podía pescar en el Bernabéu, el equipo blanco recuperó la agresividad, el orden y la creatividad para amainar la crisis. A la segunda parte nadie le puede poner un pero, porque el Madrid jugó como no se le había visto en todo el curso. Orientó bien la presión, mostró su autoridad y actitud tras las pérdidas y atacó la espalda de la zaga rojilla con Vinicius desatado. El hat-trick del brasileño, enrabietado todavía por lo que él considera un desdoro el hecho de no recibir el Balón de Oro, explayó la mejoría blanca y puso luz y taquígrafos a una verdad irrefutable. Ancelotti necesita del brasileño más que de ningún otro jugador, y a poco que el equipo se reorganice sin el balón estará en una posición privilegiada para la conquista de todos los títulos. Tras los sopapos del Clásico y del Milan, el Madrid jugó más junto, se aplicó de mejor manera en los repliegues y no permitió a los de Vicente Moreno sorprenderle en las transiciones con un mayor control de su línea defensiva.

En una victoria coral, afeada por el parte de sucesos en forma de lesiones de Rodrygo, Militao y Lucas Vázquez, también hubo nombres propios que destacaron. Bellingham, que ya volvió a su sitio contra el Milan, se arrancó el peso goleador, pero lo más importante es que repitió sus esfuerzos defensivos y sus rupturas al área para agitar el avispero. Brahim y Asencio tuvieron también entradas providenciales. Sobre el primero resulta más que lógico que esté por delante de Güler y Endrick en la rotación, por más que alguno no esté de acuerdo. Desde su actividad a su calidad se antoja difícil que el malagueño quede relegado de su pole position entre los meritorios. Por su parte, el central asumió un debut notorio donde demostró su solidez, capacidad de anticipación, dureza en los duelos y desplazamiento de balón. Que ganara a Budimir en las disputas o corrigiera en velocidad ante Bryan Zaragoza no son cuestiones menores. Fue un estreno estupendo que coincidió con la rehabilitación colectiva del Madrid. El sentido de urgencia hizo espabilar a los de Ancelotti. Al menos, por un día.

Desde atrás

Bellingham levanta la mano para advertir a Asencio de su desmarque. Se aprovecha del posicionamiento adelantado de los centrales de Osasuna, pendientes de un Mbappé inteligente en la fijación. Estos desmarques del inglés son caviar para el Madrid.

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