El Madrid gana al Barça, lo Clásico
Entre olés.- El Bernabéu más universal se pegó un festín a costa de un Barça quebradizo y con escasos recursos. Ni futbolísticos ni anímicos. Antes del Clásico me crucé con madridistas llegados de Honduras, El Salvador, Cuba, Nicaragua, Perú, Colombia, Chile, México (¡Hugo Sánchez me saludó tocándose su corazón blanco!), Estados Unidos, Uruguay (¡Valverdeeeeeee!), Brasil (Vinicius, Rodrygo y Militao han logrado que allí casi todos sean vikingos), Alemania (¡vivan nuestros Antonios alemanes!), Francia (allez Karim, Balón de Oro) y, por supuesto, nuestros peñistas llegados de todos los rincones de la piel de toro. Así hasta 62.876 espectadores, más 750 millones de fans de todo el mundo a través de la TV. Este Clásico de color blanco without fronteras prolonga el estado de felicidad del madridismo militante...
Repaso de Ancelotti. Aparte de todo, el Madrid ganó este Clásico número 100 en Chamartín por la inteligencia táctica y emocional de Carletto. Los del italiano empieza a ser de cum laude. Dejó que Xavi se lanzase, aunque con poca convicción, sobre la portería del ‘novato’ Lunin para dejar que Vinicius y Valverde con espacios destrozasen a esa defensa azulgrana que parecía un flan por su capacidad para desordenarse, con Eric Garcia nervioso e impreciso como acostumbra en los últimos tiempos. Vini retrató a Sergi Roberto y Koundé en el 1-0, antes de que Benzema recordase al mundo entero por qué hoy va a recibir en París su primer y merecido Balón de Oro. Y El Halcón Valverde, un terremoto con botas, puso el finiquito a la incertidumbre con un latigazo que hizo estallar al Bernabéu de gozo. A partir, los cánticos de “¡Cómo no te voy a querer!” llegaron hasta Montevideo. Es nuestro Charrúaman.
Rodrygol. No les miento. Antes de acceder a la Tribuna de Prensa me encontré a Eric, el educado y entrañable padre de Rodrygo. Nos dimos un abrazo y le dije: “Tu hijo va a salir en los últimos minutos y va a meter el gol de la victoria definitiva”. No fue una gran profecía porque con Rodrygol se juega sobre seguro. Este chico tiene duende y magia, algo que le lleva a levitar sobre el Bernabéu y picar como una avispa a sus enemigos hasta tumbarlos. Su gol puso el precinto a un Clásico que fue un dulce paseo para los vigentes campeones de Europa.
Gracias, Xavi. Dejar en el banquillo a Gavi y Ansu Fati es una concesión que refleja la inseguridad del técnico azulgrana en lo que está proyectando desde el banquillo. Dos canteranos que desde que salieron al campo en el segundo tiempo lograron que el Barça al menos pelease con algo de orgullo por el partido. Su titularidad nos hubiera alterado algo el plan triunfal. Gracias, Xavi.
Felicidad vikinga. El Madrid ya navega en solitario en las cumbres de la Liga en busca de su título número 36, aparte de estar ya en octavos de final de la Champions sobrándonos dos jornadas. Este equipo no tiene límites ni se los pone. Hasta da penilla que pueda perderse pronto la emoción. El Madrid gana al Barça... Lo Clásico.