El largo camino de Paulo Pezzolano
El mundo del fútbol está plagado de tópicos, por lo que el Real Valladolid no podía ser ajeno a estos. Paulo Pezzolano, su entrenador, repite como un mantra uno que dice que su equipo, por el simple hecho de trabajar mucho, va a ir a más, como si fuera más importante el volumen y el esfuerzo que la calidad en lo ensayado. No le queda otra al técnico que agarrarse a eso y a otro mantra, el de que los jóvenes que tiene en su plantilla irán también a más, si no quiere que el equipo siga desenganchándose a la par que su afición, cada vez más hastiada por los resultados y por la desaparición de quien, mal que le pese, sigue siendo hoy dueño del club.
El camino de Pezzolano desde su llegada a Valladolid se ha movido entre lo tortuoso, como si en una bifurcación hubiera elegido ir por los espinos y no por donde cantan los pájaros. No todos esos pinchos los puso él, aunque sí alguno, como cuando cargó contra todo y contra todos, defendió luego, porque era así como se ascendía, buscando enemigos para hacerse fuertes en el vestuario. Si eso tuviera visos de repetirse con el mismo éxito, el de llegar al resultado (el ascenso entonces y ahora la permanencia), bien haría el uruguayo en repetir la fórmula. Sucede que, hasta hoy, por más que las ha cambiado, los resultados le han esquivado. Últimamente ha hablado de un largo camino, pero una derrota hoy puede frenarlo en seco... si es que así lo quiere Ronaldo.