El hombre que casi conoció a Antonio Rüdiger

¿Alguna vez has sido testigo de un momento histórico en una situación extraña sin ser plenamente consciente de la verdadera magnitud de ese instante? A mí una vez me presentaron a Rüdiger. Y no lo supe apreciar. No lo valoré. Era 2015. Antonio todavía jugaba en la Roma y yo era un tipo que estaba de paso. Rüdiger luego ficharía por el Chelsea, ganaría una Copa de Europa y terminaría jugando en el Real Madrid. Yo escribo una columna que se llama Pasaba por aquí. Al menos uno de los dos se mantuvo fiel a sí mismo.

En aquel invierno de 2015 todavía era demasiado temprano para poder saber que, años después, ese tipo que sonreía mientras yo cogía un extraño canapé se convertiría en el protagonista de un marcaje a Haaland tan histórico como el de Chendo a Maradona, el de Geremi a Rivaldo o el de Chico a Xavi. Tengo grabada en el móvil una breve conversación con él (era un tema de trabajo, no es que sea yo aquí Villarejo) y ahora me la pongo para dormir en las noches de insomnio como el que se pone de fondo una lista con ruido de lluvia en la selva. También recuerdo que estaba Florenzi por ahí aquel día, precisamente ahora con el Milan en la otra semifinal de esta edición de la Copa de Europa. ¿Podría ser yo el Monchi del periodismo? ¿Acaso soy el sucesor de Mino Raiola dado que un café conmigo cambia trayectorias? No es a mí a quien le corresponde decirlo, pero sí.

Rüdiger estuvo tan bien en el Bernabéu con Haaland que lo mejor que se puede hacer ahora mismo con él es dejarle en el banquillo del Etihad. O ni convocarlo. Que se quede en el hotel de Mánchester viendo el partido de vuelta en albornoz y con unos cacahuetes del minibar. Se ha ganado poder no estropear el recuerdo. No mancillar la belleza de un partido tan perfecto. Guardar bien dobladito el recorte de la crónica de Luis Nieto en un pañuelo y llevarlo siempre con nosotros en el bolsillo de la chaqueta. Estamos a tiempo de que permanezca en nuestra memoria como el hombre que casi secó en un partido a Erling Haaland de la misma manera que yo voy diciendo por ahí ser el hombre que casi conoció en una ocasión a Antonio Rüdiger y que, como canta Nacho Vegas, eso es bastante más de lo que algunos soñarían en mil vidas.

Lo más visto

Más noticias