El ‘diamante’ Tebogo

Letsile Tebogo siempre llega relajado a la meta. Como si no hubiera hecho esfuerzo. Lo hace incluso para ganar el oro olímpico de los 200 metros. Con 19.46, por delante de los estadounidenses Bednarek (19.60) y Lyles (19.72), enfermo de COVID, que se encontró con este fino velocista de Botswana, un país bien conocido por los comerciantes de diamantes. Lo que no sabían es que la gran joya del país es un humano. El primer africano campeón olímpico en una disciplina de velocidad. “Es hora de que África tome el control de los sprints”, exclamaba Tebogo. Dicho y hecho.

La carrera de Tebogo en París es una maravilla de técnica y de gestión del esfuerzo. Los 200 metros son una distancia muy compleja. Si sales muy fuerte, no llegas. Si arrancas lento, no remontas. El botsuano tuvo una reacción correcta: 162 milésimas. Pasó segundo en 10.12 los primeros 100. Ahí arrancó el propulsor. Ya en el 120 iba primero y aguantó de manera soberbia la caída de la velocidad. Más bien nunca existió tal bajada, porque todos los parciales cada 10 metros son de 9 décimas. Hizo 9.34 en el segundo 100 de carrera. Un cohete. Mucho más rápido que Bednarek (9.52) y Lyles (9.52). Sin descomponerse y con una finura técnica descomunal, Tebogo hizo valer su buen ‘fondo’ de cuatrocentista y dio la gran sorpresa de la velocidad en estos Juegos Olímpicos. Saltó a la pista simulando que tenía frío, pero su victoria es uno de los momentos más cálidos.

La carrera de Tebogo cada 50 metros

Tebogo tiene 21 años y creció como futbolista. “Me ponían de reserva siempre, aunque era rápido”. Y vio que correr era la forma de “hacer llegar un plato de comida a la familia”, un método para ganarse la vida en Kanye, una pequeña ciudad a 80 kilómetros de la capital Gaborone. Tener referentes es importante para que un país crezca en un deporte. Y en su adolescencia Tebogo vio como el carismático cuatrocentista Isaac Makwala o el ochocentista Nijel Amos se convertían en iconos mediáticos de Botswana. Era hora de que llegara un velocista puro. “Quería marcar un camino en los sprints”. Fino, veloz y con ese descaro de ganador en los metros finales. Era Tebogo.

El ‘Chico de la Escuela’ y una fecha en las zapatillas

En esta final, Tebogo llevaba en sus zapatillas de clavos inscrita la fecha 23-12-1980, el día en el que nació su madre Seratiwa, que murió el pasado mes de mayo. Su pérdida fue un duro episodio que hizo incluso peligrar su temporada. Fue la que llevó a Letsile a sus primeras carreras, en las que se ganó el apodo de ‘El Chico de la Escuela’. Comenzó a correr con 15 años, ya mayor, pero poco tiempo le bastó para llamar la atención de los ojeadores mundiales. Alguien que corre con esa soltura no es normal. Recuerda a Bolt en eso, también en el descaro al competir. Para algunos, algo sobrado, para otros un genio. Hizo la plusmarca mundial Sub-20 de 100, con 9.91, pero el africano reconoce que su distancia favorita son los 200. Como Usain.

Se convierte Letsile en el quinto hombre más rápido en 200 de la historia tras Bolt (19.19), Blake (19.26), Lyles (19.31) y Michael Johnson (19.32). ¿Qué habría pasado de haberse exprimido más en los últimos metros? Nunca se sabrá, porque Tebogo siempre se relaja cuando llegan los cuadros, aunque sea una final olímpica. Al estilo Bolt, suave y tranquilo. Le vale para ganar el oro en 200 ante el gran Lyles, lastrado por COVID, que deja paso al gran diamante de Botswana. Es la primera medalla de oro del país en la historia de los Juegos Olímpicos en cualquier disciplina. La gana el velocista que ha llevado el trono de la velocidad a África.

Ranking de 200 de todos los tiempos

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