El cruel adiós de Joan Cañellas

Los deportistas conviven con la permanente amenaza de las lesiones. Quien más o quien menos, todos transitan alguna vez por ese valle. El golpe suele ser más traumático cuando coincide con la pérdida de un gran evento, sobre todo con aquellos que, como los Juegos Olímpicos, se disputan en amplios intervalos de tiempo. Cuatro años pueden ser muy largos. Por mucho cuidado que pongas, las bajas son inevitables. Así, a bote pronto, podemos recordar las ausencias, entre otras, de Nerea Pena y Rafa Nadal en Londres 2012, este último cuando iba a desfilar de abanderado; de Gómez Noya, Marc Gasol y Alberto Contador, en Río 2016; de Carolina Marín, Dani Dujshebaev, Juancho Hernangómez y Orlando Ortega, en Tokio 2020. El caso del vallista fue extremadamente desafortunado, porque se lesionó cuando ya estaba en Japón. En el camino a París 2024 han caído María Vicente, Raquel Carrera… Y si extendemos la mirada al ámbito internacional, Yulimar Rojas, que se proyectaba como una de las estrellas de los Juegos.

Todas las bajas son dolorosas, pero la que hemos conocido esta semana alcanza una terrible crueldad del destino: Joan Cañellas no podrá retirarse del balonmano con sus compañeros de Selección en la máxima competición internacional. El lateral de 37 años, que ya había sido incluido como fijo en los 14 elegidos de Jordi Ribera, se lesionó el pasado martes en un partido de preparación ante Noruega. Es la segunda vez consecutiva que tiene que pasar por el mismo trago, porque tampoco pudo participar en el bronce de los Hispanos en Tokio. Los Juegos de París eran la oportunidad de resarcirse y de poner el broche a su brillante carrera, coronada entre otros títulos por un oro mundial y dos oros europeos. Cañellas ya había anunciado su adiós, que ahora se ha precipitado. “Triste de terminar así”, ha escrito en redes. Pues sí, muy triste. Y totalmente inmerecido.

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