El beso del portero

El portero es un jugador único en innumerables sentidos. Mientras los demás, los otros diez, se pueden entender como iguales, él viste distinto y se encuentra solo bajo los palos, señalado en la diferencia. Los demás usan el pie, él utiliza las manos. Los demás hacen todo por marcar goles, él ha de evitarlos. Como escribió Galeano, cuando el guardavallas se equivoca, queda para siempre señalado. En los planteles suele haber dos o tres porteros. Siempre me ha fascinado imaginar cuál será la relación entre ellos. Compañeros que se saben iguales, pero que al tiempo son rivales. Generalmente suele haber un portero titular, y otro u otros cuyo papel es esperar una oportunidad que siempre viene de la mano de la infausta suerte de su compañero. El suplente juega solo si el titular cae, abatido por las lesiones o el mal rendimiento. El portero suplente juega tras malas noticias. Su presencia en el campo es síntoma de que las cosas no van bien.

En los tiempos modernos esto se ha matizado. Muchos entrenadores cuentan hoy con más minutos para los segundos porteros. A veces el míster regala las primeras rondas de Copa para el guardameta suplente. Regalo envenenado, esos son partidos en los que hay nada por ganar y muchísimo por perder. Otros, como Valverde, dejan la competición de Copa para el segundo portero, sea cual sea el rival. He ahí un síntoma de máxima confianza.

De entre todas las imágenes que nos dejó la celebración tras la final por parte de los jugadores del Athletic, hay una que me enterneció especialmente: la de Unai Simón besando a Julen Agirrezabala en el césped de La Cartuja, ambos posando con el trofeo. Por todo lo que implica sobre compañerismo y lo que debe ser un equipo. Porque muestra que el más solitario de los jugadores, el portero, no tiene por qué sentirse solo. Porque enseña que el titular está en representación de otros compañeros que esperan en el banco. Porque muestra que tiene mucha menos importancia que tu nombre esté en las hemerotecas en el once de ese día que el darlo todo para que tu compañero esté fuerte y te sienta con él.

Porque en este mundo, tan individualista, transmite una enseñanza. Porque es una imagen perfecta de lo que es la amistad: quien tiene un Unai Simón a su lado es mejor y más fuerte y eso se ve en la sonrisa de Julen.

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