Opinión

El autodestructivo relato del Real Madrid

Ha entrado un ruido contaminante en el club del que nunca es sencillo desprenderse y que afecta a Xabi Alonso.

JAVIER GANDUL
Actualizado a

El empate en Vallecas acentúa el autodestructivo relato del Real Madrid, donde se observa el burbujeo mediático que precede al punto de ebullición. Desde el vergonzoso desafío de Vinicius a Xabi Alonso en el Bernabéu, fecha también reseñable por la victoria del Real sobre el Barça después de cuatro derrotas consecutivas y 16 goles en contra, se suceden noticias y rumores que desgastan la posición del entrenador.

Cuando Vinicius redobló su ataque con un comunicado en el que, tres días después del partido, exceptuó a Alonso de sus disculpas públicas, el club guardó silencio administrativo, lo que en términos políticos significa colocarse del lado del agraviante y no del agraviado, sometido a un repentino ejercicio de desgaste y aislamiento.

No es difícil verificarlo. Se suceden, cada vez con más frecuencia, los artículos y comentarios que colocan a Xabi Alonso como un técnico intransigente, hermético, incapaz de conceder las libertades que exigen algunas de las estrellas del Madrid. Desde las mismas trincheras se criticaba anteriormente la relajada actuación de Ancelotti con los divos. El resultado es una novedosa narrativa que evita el contexto y amplifica la tensión.

El Madrid jugó mal en Vallecas y decepcionó en Anfield, dos indicadores de un descenso en el rendimiento del equipo, el mismo que hasta ahora sólo había perdido un encuentro y encabezaba la clasificación con cinco puntos de diferencia sobre el Barça. Ahora son tres. En cuanto a la Liga de Campeones, ha ganado tres de sus cuatro partidos. A estas alturas, Alonso debería de preocuparse por las dificultades para afinar el juego, lograr que los futbolistas rindan al nivel del talento que se les presume y mantenerse firme en el liderato.

Su trabajo, sin embargo, está interferido en estos momentos por una tensión dañina, cuyo origen remite a la derrota en el derbi madrileño. Por primera vez, se detectaron las señales de los jugadores que prefieren trasladar las culpas al empedrado. Lo más paradójico es que en la victoria, y la del Real Madrid sobre el Barça fue una gran victoria, se eleve la tensión a un rango atómico, hasta el punto de ocultar el valor del éxito y abrir una crisis multiplicada por el comunicado de Vinicius contra su entrenador. Que de eso se trató.

Se estropeó, por tanto, el relato del entrenador que llega avalado por su trayectoria en Alemania y pretende establecer el criterio que tanto crédito le garantizó en el Bayer Leverkusen. Resultaba fácil mantenerlo si el club hubiera actuado con la misma contundencia que se mueve en otros asuntos. Su mutis ni tan siquiera fue un acto de equilibrio. Suena a otra cosa: el que calla, otorga.

Ha entrado un ruido contaminante en el Real Madrid. Nunca es sencillo desprenderse de él. Afecta al entrenador, cuya posición se ha debilitado, y alimenta un proceso autodestructivo frente a una realidad envidiada por los rivales. Para empezar, van por detrás del Madrid, aunque no lo parezca, y todos han lidiado con problemas más serios.

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No hace tanto, el Atlético figuraba a nueve puntos del líder en la Liga y con derrotas contra el Liverpool y el Arsenal. El Barça perdió con el Madrid, fue superado por el PSG en Montjuïc y estuvo a merced de los contragolpes del Brujas la semana pasada. La autoridad de Simeone y Flick no se ha cuestionado en ningún momento. No se les somete a la duda y los silencios debilitantes. Alonso debe de mirarles con envidia.

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