‘Durviendo’ el mismo partido
Por momentos me pareció estar durviendo el partido, expresión forgiana para definir ese estado de sopor un domingo por la tarde ante el televisor. Solo la acción de Pedri para marcar (y casi para lo contrario), las apariciones de Ter Stegen o las blasfemias de mis hijos ante el estado de negación por el que atraviesa Ansu Fati, ayudaban a sacudir la modorra dominical. En todo caso el resultado era lo inquietantemente corto y la experiencia por situaciones similares lo inquietantemente larga como para mantener la tensión a la vuelta del descanso. Cualquier cosa podría pasar, como que te birlasen dos puntos y el efecto Supercopa se esfumase. Algo debió intuir también Xavi para salir de la caseta con el cincuenta por ciento de su defensa reformada estructuralmente.
Cuando nos fuimos acercando a esa ‘zona Barça’ (igual que la Cesarini pero justo al revés) con ventaja mínima y los nervios recorriendo el campo y la grada, nos preguntábamos en casa cuántas veces habíamos vivido algo parecido. Mis hijos eran demasiado críos cuando lo del Tamudazo y les refresqué la memoria. Esta vez no se repitió el final tantas veces visto y el liderazgo azulgrana se mantiene a la espera de su ampliación. El Barça ha aprendido a ganar jugando en el alambre, pero cualquier día volveremos a ver la misma película.