Dos golazos y un puntazo

Botella medio llena.- Puedo entender que haya madridistas, afición y jugadores, que se sientan frustrados por ver cómo volaban dos puntos tras el golazo-misil de Aitor Ruibal. Pero si analizamos el duelo del Benito Villamarín con un microscopio objetivo hay que asumir que el punto fue un puntazo para ambos equipos, que también vieron pasar por delante de sus ojos la sombra tenebrosa de la derrota. El cabezazo de Isco al palo les hará decir a los béticos que pudieron conseguir un botín digno del mejor Papá Noel, pero en tres cuartas partes del partido el Madrid controló el juego y fue dueño de la situación, a la que sólo le faltó esa chispa arriba que hasta la fecha sólo refleja en goles el inglés de oro, el Golden Boy, el chico que ve puerta antes incluso de cepillarse los dientes. Pero el Betis de Pellegrini no ha perdido este curso ni un partido en su coqueta guarida y ganar aquí es tarea complicada. Por eso Ancelotti se mostró satisfecho pese al 1-1. Si se podía empatar un partido de aquí al parón navideño, era este.

Modric & Kroos.- En El Carrusel surgió el debate de la idoneidad de ver juntos de inicio a estos maestros sin fecha de caducidad. Las lesiones de Tchouameni y Camavinga han permitido que ahora podamos ver juntos de arranque al arquitecto alemán y al genio croata. Por eso, cuando Ancelotti buscó más energía física y dio entrada por ellos a Ceballos y Nico Paz se vio un Madrid menos mandón, menos estético, menos creativo. A Ancelotti lo machacaron en el derbi del Metropolitano por sacar de inicio a ambos, como si fuese un pecado. El tiempo está demostrando que el pecado empieza a ser sacarles del campo. Hay una máxima irrefutable. Cuando Modric y Kroos están sobre el terreno de juego, el Madrid juega mucho mejor al fútbol. Y una segunda verdad incuestionable: no hay futbolistas que puedan mejorarles, no han nacido todavía. No hay un Kroos ni un Modric en la recámara. Hay juventud y hambre en la Unidad B, por supuesto, pero creer que sin ellos el equipo va a alcanzar cotas mayores es no saber de qué va este maravilloso deporte. Hoy mismo renovaba a los dos hasta 2025... y el más allá. Dos lujazos.

Un artista y un ‘killer’.- El artista fue Rodrygo, descomunal de nuevo en la banda izquierda, su avatar favorito. Perdí la cuenta de los desbordes consumados, sobre todo ante Aitor Ruibal, que le hizo un penalti en el primer tiempo no señalado por Soto Grado (para variar...). Y el killer fue de nuevo Bellingham. El gol que fabricó con Brahim fue para enmarcar. El pase del malagueño, de fútbol sala, dio pie a un control de pecho excelso del británico y una definición antológica. 16 goles en 18 partidos. Números de Cristiano. Un futuro Balón de Oro anda suelto.

La venganza de Isco.- El malagueño la tuvo cerca con su cabezazo al palo, pero su compañero Aitor Ruibal le evitó el disgusto de la derrota con un cañonazo que contó con un Alaba demasiado estático al no salir a tapar el tirazo del carrilero de Sallent de Llobregat. El único disparo que no pudo parar Lunin, que volvió a ganar la carrera meritocrática con otra actuación convincente y sobresaliente.

Afición optimista.- A pesar del empate, el madridismo vio cómo su equipo se fue a dormir líder en solitario, a la espera de lo que pase este domingo en el Barça-Girona (¡soy muy gironí!). Me trasladan su optimismo mi amigo Moha, de Ajman (Emiratos Árabes Unidos) y su hijo Abdulla, más blancos que Bernabéu. Y no me olvido de Gustavo, de la Peña La Quinta del Buitre de Martos, que ha devorado el podcast que AS les está ofreciendo por el 40 aniversario de esta generación irrepetible. Jamás olvidaremos lo felices que nos hicieron estos chicos...

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