Dos españoles en la fiesta Mercedes
La cita de la Fórmula 1 con Brasil no suele defraudar. Si a eso le añades puntualmente un safety car en el tramo final de carrera, el espectáculo está asegurado. Eso fue lo que sucedió ayer en el penúltimo gran premio de año, que deparó varios frentes de disfrute. El primero, y es justo citarlo en ese orden, fue el estreno victorioso de George Russell en la F1, que también resultó el estreno de Mercedes en la presente temporada, con doblete incluido con Lewis Hamilton. No fue ninguna sorpresa, porque entre ambos ya habían subido 15 veces al podio, pero sí la confirmación de que el monoplaza alemán vuelve a estar a la altura de los mejores y augura grandes prestaciones para el próximo año. La curiosidad es conocer quién liderará el equipo en ese regreso a la élite: el joven emergente o el legendario campeón. Russell o Hamilton. Aún no ha terminado el Mundial y ya dan ganas de que empiece el siguiente para saberlo.
Ese dominio autoritario de Mercedes, que recordó a viejos tiempos no tan divertidos para el campeonato, vino acompañado de otros inspirados artistas, con especial protagonismo de los dos pilotos españoles, que se marcaron dos carrerones: Carlos Sainz completó el podio tras remontar del séptimo al tercer puesto, en la confirmación de su buen final de campaña; y Fernando Alonso acabó quinto desde la 17ª plaza inicial, pero sobre todo pudo gozar de ese coche 14 que otras veces le dejó tirado y de unas instrucciones claras de Alpine para no despedazarse con Esteban Ocon, como ocurrió vergonzosamente el día anterior en el Esprint, por ambas partes. Max Verstappen aportó poco en esta ocasión. Si acaso, para mal. Primero, por su enésimo incidente con Hamilton. Y luego, por no ceder su posición a Checo Pérez, un compañero más necesitado que siempre le fue leal. Lo dicho: en Interlagos siempre pasan cosas. Esta vez con dos españoles en la fiesta.