Diego Alonso recupera la casta, a Soumaré... y a Sergio Ramos

No diré brotes verdes para que no se me enfaden ni unos ni otros en la ciudad de Caín y Abel, así que cambio de color, tratándose del Sevilla: se le vieron brotes rojos, bastante, al estreno de Diego Alonso. De momento, Nervión recuperó ante el Real Madrid algo que le falta desde hace tiempo en muchos partidos: casta, coraje y orgullo. Lástima que el más pequeño de la clase, Carvajal, evitara una victoria que para nada habría sido inmerecida.

A falta de otros matices tácticos que (deberían) irse depurando con el pase de los partidos, el once al menos andaba cargado de sentido común: uno no entiende por qué Mendilibar no puso más minutos a Boubakary Soumaré, feliz aparición en un centro del campo al que se le notaba una barbaridad la falta de despliegue físico que aportó el pivote francés. Tampoco, que no muriera ante el Rayo con Sergio Ramos. Impresionante de nuevo el posicionamiento, la jerarquía y por supuesto el peligro ofensivo (casi marca en dos balones parados) que sigue proporcionando el defensa camero.

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