Del escalofrío de Gavi a Colonia

Fatalidad. Es fácil recordar todavía lo que sucedió en el último España-Georgia. Aquel escalofrío al ver romperse a Gavi en Valladolid. Una noche larguísima, en la que hubo que darle calmantes y viajó en coche a Madrid con Albert Luque e Iñigo Martínez; y luego voló a Barcelona, donde le esperaban sus padres y su representante, Iván de la Peña. Aunque Ferran ya le dedicó un gol aquella misma noche, hoy estaría bien ganar por él, un jugador casi irreemplazable a quien, felizmente, la Selección no está echando de menos en la Eurocopa. De la Fuente le había colocado por delante de Rodri en un lugar estratégico. Fue decisivo en la Nations League y formaba parte de la espina dorsal del equipo, por lo que su baja apuntaba a dramática. Pedri, sin embargo, también ha encajado ahí. Su juego no ha sido demasiado llamativo todavía en el torneo, pero es un complemento excelente para Rodrigo y Fabián. España parece preparada para entrar en el tramo decisivo del torneo. Georgia, número 74 del ranking FIFA, es el primer obstáculo de la carrera final. De la Fuente ya les ha recordado a sus jugadores que deben estar preparados si es necesario, para un partido largo. Y, sobre todo, que no quieran marcar el séptimo gol antes que el primero. Puede ser un partido de paciencia.

Ambición. Lo que se observa, sin embargo, en la concentración de Donaueschingen estos días, permite ser optimista. Ayuda la presencia de un entrenador que prefiere huir del conflicto sin que eso, aparentemente, signifique que sea un blando. “Es un ganador”, ha explicado esta semana Carvajal. Más allá de la paz espiritual que se respira en Der Öschberghof, una instalación plantada en medio de la nada cuyos confines marca un campo de golf y donde sólo se escucha el canto de las aves, la Selección tiene hambre de gloria. El hipotético camino hasta la final, terrorífico, no ha hecho sino multiplicar las ganas de hacer algo grande. La victoria en la Nations, por mucho que algunos la hagan de menos, tuvo más peso del que parece dentro del vestuario, que se convenció aquella semana en Enschede y Rotterdam de que era capaz de competir con cualquiera. Y, sobre todo, que supo sufrir en dos partidos ajustadísimos, un buen aprendizaje para esta Eurocopa. Esa dureza mental ya está en la mochila de la Selección, que esta noche espera en el Rheinenergie Stadion, un campo construido sobre las piedras del centenario estadio de Müngersdorf, refrendar su candidatura al título con una actuación tan convincente como la de la primera fase a la espera de los grandes tiburones de la competición.

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