Correr o no correr, esa es la cuestión

Una hora de partido laborioso, sin fisuras en la nutrida defensa del Espanyol, el Madrid en busca de rendijas que no encontraba, un encuentro, en fin, que se rompió instantáneamente, en apariencia de la manera menos conveniente para el equipo de Ancelotti. Jofre superó la débil resistencia de Arda Güler y cazó un fabuloso saque de su portero. Lo siguiente es un centro, el balón se desliza entre los tobillos de Courtois, golpea en el interior de su pierna izquierda y acaba dentro de la portería. Gol de Espanyol, que había avisado en dos remates largos. Media hora del Madrid para solucionar lo que no había resuelto antes.

La solución llegó inmediatamente, propiciada por un doble error del lateral Carlos Romero y de Joan García, portero joven y cotizado que no atajó el centro más sencillo del partido. Carvajal, que ha adquirido el don de la invisibilidad para emerger en el área sin que los rivales se enteren, apareció detrás del portero y marcó el empate. Es un jugador impagable.

Hasta ahí, el Real Madrid mejoró levemente con respecto a sus actuaciones anteriores, pero sin impresionar en ningún momento. Movió el balón con más rapidez y lo recuperó con prontitud, como no podía ser de otra manera. El Espanyol se cerró y dedicó casi todo el primer tiempo a achicar agua. Lo hizo bien, sin estridencias, y llegó a sacar de punto al Madrid, cansado de asediar y no obtener beneficios. Fuera de un gran desmarque de Mbappé y de su tiro a quemarropa, detenido por Joan García, el Madrid no rompió el cinturón defensivo del Espanyol.

Del primer tiempo quedaron las dificultades del Madrid para aprovechar las habilidades de Rodrygo y Güler, dos maestros del regate, y convertirlas en ocasiones de gol. Por ahora, es un equipo que necesita soltarse, correr y desatarse. Cuenta con atletas portentosos como Mbappé, Vinicius, Bellingham y Valverde, además del veloz Rodrygo y el eléctrico Endrick. Entre todos, Bellingham es el que más impresionó en la temporada anterior, un futbolista ubicuo que marcaba diferencias por donde pasaba, incluidas las áreas rivales, donde causó estragos.

Bellingham sufre con su maltrecho hombro izquierdo. En la primera parte, cayó después de una fricción y tardó tanto en levantarse que provocó un silencio mortal en el Bernabéu. Se recuperó, cobró importancia a medida que discurría el encuentro, pero en ningún momento transmitió la sensación de exuberancia que le caracterizó en la primera mitad de la temporada precedente.

El empate descosió al Espanyol. Abandonó su papel de resistente feroz, por el de equipo destinado a la derrota. Permitió correr al Madrid, que empezó a moverse a la velocidad que más le gusta: la máxima. Ayudó el ingreso de Vinicius, poco acostumbrado a la suplencia. Ingresó por necesidades del guion y resultó decisivo en el vértigo que definió al Madrid en la media hora final.

Con dificultades cuando se siente obligado a elaborar, el Madrid empieza a prosperar. Llegan las victorias y sube la cifra de goles. No deslumbra, pero se afina poco a poco, mientras Ancelotti busca su línea ideal de centrocampistas. Van rotando los jugadores y todavía permanece la sensación de etapa de probaturas.

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