Bellingham regresa con un ‘sudoku’

La media distancia rindió grandes beneficios al Real Madrid. Mbappé continúa su impecable racha. Militao, también. Los dos se han destacado sobre los demás en el comienzo de la temporada, que va como la seda en la cuenta de resultados. Seis partidos, cinco victorias en la Liga, además del éxito en la Champions contra el Olympique de Marsella. No hubo novedades con respecto a Vinicius, sustituido en el minuto 75. Se fue fastidiado. La tensión se percibe en el ambiente. Sí se produjo una noticia de calado: regresó Bellingham, recuperado para la causa un mes antes de lo previsto. Se le puede considerar como el fichaje del año.

Bellingham es un caso muy especial de futbolista. El Madrid lo sabe. Hace dos años entró como un ciclón en el equipo, rompiendo todas sus estadísticas, que ya eran impactantes en el Borussia Dortmund. Desdoblaba sus funciones con tanta eficacia que daba la impresión de futbolista ubicuo. Estaba en todas partes y donde estuviera marcaba diferencias, incluido las áreas rivales, hasta el punto de erigirse en el auténtico delantero centro del Madrid.

Su primera mitad de temporada resultó apoteósica. Mereció comparaciones con Di Stéfano, el más sagrado de los futbolistas en la historia del club, pero su lesión en el hombro afectó a su rendimiento. Aunque no le abandonó su condición de gran jugador, perdió un punto o dos de la exuberancia anterior. Se le notaba incómodo con la armadura que le protegía el hombro y, en ocasiones, perdía duelos impensables en sus primeros partidos con el Madrid.

Las limitaciones se hicieron más evidentes en la temporada posterior, agudizadas por la debilidad del equipo, sobre todo en el capítulo defensivo. Faltó compromiso y sobró molicie en algunos jugadores, con otro problema añadido: Bellingham se vio obligado a ocupar una nueva posición. Con Mbappé en el equipo, el inglés transmitió la impresión de futbolista en busca de destino. Si antes se le había aclamado como el jugador total, luego se colocó la etiqueta de todocampista, que no lo es mismo.

Bellingham nunca dejó de ser una pieza esencial en el sufriente Madrid de la temporada 2024-25, la última de Ancelotti al frente del equipo. Su influencia no fue la misma, sin embargo. Bellingham se volvió más disperso. Ya no dominaba con tanta exactitud la geografía del juego. Tenía algo de futbolista errante, disminuido además por una lesión que más pronto que tarde requeriría de una intervención quirúrgica. Ese hombro maltrecho era mucho más que una incómoda molestia. Era un hándicap en toda regla.

La ausencia de Kroos pesó como un yunque sobre la arquitectura del equipo. Quizá había llegado el momento de concretar más el papel de Bellingham, concretarlo más como centrocampista, en ocasiones hasta en la función de mediocentro, que no le había sido ajena en el Borussia Dortmund. El Madrid necesitaba más control en una zona que no terminó de definirse. Tchouameni no disfrutaba de la confianza en sí mismo que manifiesta ahora, además de oficiar numerosas veces de defensa central, tras la lesión de Militao.

Ancelotti nunca vio a Bellingham en esa posición, ni tan siquiera en situaciones de emergencia. Pensó que le cortaba las alas. Veremos qué piensa Xabi Alonso del asunto. Probablemente no percibe a Bellingham como un mediocentro natural, el clásico medio tapón con buena capacidad para la distribución. Sí parece claro que pretende un Bellingham menos disperso. Lo declaró nada más llegar al Real Madrid.

Xabi Alonso le quiere sano y en condiciones de marcar diferencias en el medio campo, probablemente en la función que hasta el momento ha cumplido Güler. Ya veremos. Lo cierto es que Bellingham está sano y su influencia debería mejorar sustancialmente el rendimiento de un equipo que, sin deslumbrar, no deja de ganar partidos.

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