Bellingham: genio en busca de puesto
El mediapunta. Al fin, después de un intento fallido en el derbi, Bellingham está listo. Tras aquel desastre, jugó 14 minutos en Almaty y 30, ya a mejor nivel, frente al Villarreal. Ahora ha tenido dos semanas de trabajo firme con Xabi Alonso y todo apunta que será titular en Getafe. Una presunta solución para el Madrid y un presunto problema para el entrenador. El mediapunta es el jugador con más encanto de un equipo: toma las mejores decisiones, es el más estético y, a menudo, el más mediático. Por eso hay una tentación casi irrefrenable en ficharlos, aunque no siempre encajen en el ecosistema de un equipo.
La BBC. De esto puede escribir un tratado Isco en el Madrid. Probablemente haya sido el mediapunta más puro de la última década y ni el Ancelotti de la primera época ni quienes le sucedieron crearon un papel donde él encajara como un guante. Hubiera necesitado, como le sucede en el Betis, moldear el equipo en torno a su figura, convertirlo en el centro de ese universo, pero en el Madrid sobraban estrellas, con Cristiano, Benzema y Bale muy por delante en la línea jerárquica que casi obligaban a un 4-3-3 perpetuo. Así que brilló a ratos, pero no encontró la continuidad. Retrasarle como volante solo sirvió para cortarle las alas.
El encaje. El primer Bellingham nació de la adversidad. Benzema se fue repentinamente, el Madrid no encontró un ariete y Ancelotti se inventó un nueve y medio perfecto, un jugador híbrido, armador y goleador. Metió 23 tantos en su primer año, 17 de ellos hasta enero. Después se lesionó y no volvió a ser el mismo. La campaña pasada, con la llegada de Mbappé, perdió ese rol. A veces fue volante, a veces hubo de vencerse a la banda izquierda y no funcionó. Ahora sigue Mbappé, pero también ha emergido Güler, que es casi lo mismo, parecen imprescindibles Tchouameni y Valverde y entusiasma Mastantuono. Ese puzle está aún por armar.
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