Ancelotti y Miércoles Santo...
Carlo, que es un hombre con suerte, se ha visto en otras peores y ha terminado levantando la Copa de Europa. El histórico del Real Madrid así lo confirma.
Sinceramente, el 3-0 de Londres hoy ya parece menos. Pero seguramente el viernes nos parecerá un 2-0, el martes un 1-0 y el miércoles ya casi nadie dudará de la remontada. Entre ellos ninguno de los 78.297 espectadores que llenarán el Bernabéu, que volverá a conjurarse para otro milagro. Pero para eso es necesario que Carlo Ancelotti, antes que nadie, sea el primero que se lo crea. Tras el meneo de Londres estaba hundido, y por eso confesó que “las opciones de remontar son muy pocas”. Pero lo peor ya ha pasado y su mensaje, a partir de ya, debe ser justamente el contrario.
Carlo, que es un hombre con suerte, se ha visto en otras peores y ha terminado levantando la Copa de Europa. El histórico del Real Madrid así lo confirma. Además, un dato interesante: el partido se juega en Miércoles Santo, día de milagro. Se junta todo. Es una alineación de los astros. Este debe ser el ánimo y el espíritu del entrenador, que esta misma temporada ha superado tres prórrogas y una tanda de penaltis, y sin ser Miércoles Santo. Pero, además de animar a la tropa, Ancelotti también debe acertar en lo que le toca, a saber: la alineación, los cambios y las decisiones estratégicas durante el partido. Que la primera sustitución en Londres con un 2-0 abajo sea Lucas Vázquez y no Endrick, por ejemplo, no lo entiende nadie.
Pero no sólo el entrenador debe mejorar, también los jugadores. El Madrid corrió diez kilómetros menos que el Arsenal, y esto es inaceptable. Los 12,7 que hizo Merino contrastan con los ocho escasos que recorrió Vinicius. Y no sé lo que corrió Rodrygo, pero me temo que poco. Los dos brasileños, junto con Mbappé, también deben mejorar en prestaciones y rendimiento. Y la defensa, más aún. Once goles en contra en una semana son demasiados. Si se mejora todo eso ya podemos confiar en que se haga el milagro, aunque lo haga el diablo, refrán que expresa que, aunque un milagro sea inexplicable, lo importante es que suceda. Como tantas otras veces en el Madrid.
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