Álvaro Carreras, donde se acaba el mar
Su salto tiene que ver con su ciudad natal, con el Ferrol que cantaron Los Limones.
A Álvaro Carreras, como en la canción de Los Limones, también le cerraron la fábrica. El joven ferrolano que pasó por el Galicia de Caranza y el Deportivo de La Coruña llegó a la cantera del Real Madrid en edad cadete, alcanzó el juvenil, pero un día (“perder es lo normal”, dice aquel himno generacional sobre la crisis de la ciudad gallega) tuvo que salir a buscarse la vida y, con 17 años, fichó por el Manchester United, donde se asentó en las divisiones eufemísticamente llamadas “de desarrollo”. Desde la banda izquierda de una defensa completamente nueva, con dos fichajes (Huijsen y el propio Álvaro) y dos esperanzadoras recuperaciones que vienen de un año en blanco (Carvajal y Militao), Carreras es la sorpresa en los inicios del Real Madrid de Xabi Alonso.
Mirando hacia atrás para entender su evolución llama la atención el cambio de la temporada 2023-24, en la que estuvo en tres equipos (cuatro si contamos los partidos con la Selección Sub-21), todos de color rojo. Salió del United para el Granada y, tras un traspaso en el mercado de invierno, recaló en el Benfica, donde la siguiente temporada se asentó en el carril lisboeta, y no se le escapó a algunos aguilillas su partido contra el Barça marcando irreprochablemente a Lamine Yamal y además saliendo hacia el ataque sin complejo.
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Su salto de no contar en el United a competir en la Champions tiene, sin embargo, mucho que ver con su ciudad natal y con el Ferrol que cantaron Los Limones. Carreras cuajó como futbolista profesional en otra ciudad norteña, con ría (mucho más humilde que la de Ferrol), lluvia, salida al Océano Atlántico y una historia de crisis que plasmó Charles Dickens en ‘Tiempos difíciles’, su novela sobre los choques de la primera gran industrialización. La determinación con la que juega Carreras, y también su alegría, una ilusión que no ha perdido desde el día de su emotiva presentación en el club, viene de su cesión al Preston North End, donde jugó en Championship hace tres años. Allí, donde también se acaba el mar, después de cerrarse La Fábrica, encontró su ruta para regresar al Real Madrid. Ha sido el camino más largo, pero también la más sólida reconversión industrial.
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