Almeyda y la gran mentira del fútbol
El técnico argentino dice lo que piensa en conferencia de Prensa, sin exabruptos pero también sin ojana; habla con los futbolistas como si de sus hijos se tratara...
Matías Almeyda ha devuelto al Sevilla a su esencia, a esa naturalidad casi insultante que permitió al club de Nervión levantar durante los últimos lustros títulos europeos y lograr clasificaciones para Champions por inercia y tradición, como el que se come los churros después de la Feria en una cafetería de Los Remedios. El técnico argentino dice lo que piensa en conferencia de Prensa, sin exabruptos pero también sin ojana; habla con los futbolistas como si de sus hijos se tratara; y aunque se le ha detectado algún ataque de entrenador, seguramente más por desconocimiento de LaLiga que por otra cosa, la mayoría de las decisiones que toma dentro y fuera del campo parecen básicamente normales.
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Con Monchi y Mendilibar parecían haberse largado del Ramón Sánchez-Pizjuán las últimas gotas de linimento de un club más acostumbrado a respirar fútbol que a las apariencias del palco y los despachos. “Si nos odian tanto es porque no sabemos actuar: vamos de frente... y además ganamos”, me dijo una vez un directivo nervionense cuyo nombre no quiero revelar. A Almeyda le ha empezado a querer el sevillismo porque, claro, de momento ha traído algunas victorias, tres fuera de casa, y una tranquilidad clasificatoria que no se recordaba desde hacía tres años. Pero también por algo tanto o más importante: El Pelado habla como si el fútbol no fuera una gran mentira.
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