La Opinión

Alcaraz y Pedri, pase lo que pase

KENA BETANCUR
Subdirector de AS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, empezó en 2011 en la sección del Real Madrid como becario. Después pasó a AStv, donde ejerció la función de editor jefe hasta 2021 y como jefe también de la sección de infografía. En 2021 fue nombrado de redactor jefe de fútbol y en 2022 ascendió a subdirector de AS.
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Una forma de triunfar. Ganar gusta siempre, pero hacerlo de la manera que lo hace Alcaraz resulta todavía mejor. La gloria alcanzada por el español en el US Open reivindica una forma diferente de entender el tenis y la vida, con un estilo atrevido y recreativo. En un mundo que vive pendiente de lo que piensan los demás sobre uno, Alcaraz solo se mira a él. No debe ser nada fácil sacar de quicio a una máquina como Sinner, perdido en la final. El italiano disparó sus errores no forzados (28), se quedó muy lejos de los ganadores del español (21 por 42) y se agobió con su bajo porcentaje de primeros (48%). Enfrente estaba Alcaraz, la magnitud de su tenis con ese servicio evolucionado y un apetito histórico de volver a ganar. Por algo es ya el número uno.

La perfección era esto. A 9.400 kilómetros de Nueva York, España dejó en mera anécdota la mitología del infierno turco. De genialidad en genialidad, bajo esa línea futbolística tan reconocible, abrumó a un rival que si no pareció gran cosa fue por la impresionante exhibición de la Selección. Aunque lo verdaderamente trascendental es el rendimiento del colectivo, merece la pena poner el foco en el liderazgo creativo de Pedri. No es casualidad que cuando De la Fuente ha retrasado su posición en el campo, para que vea el juego de cara, salga la mejor versión del canario. Lo sabe Flick en el Barça y parece que el seleccionador ha atendido a esa realidad.

Zubimendi también dirigió al equipo casi con la mirada, y no resulta ninguna herejía pensar en que Rodri no va a tener fácil recuperar la titularidad. Por delante de ambos, Mikel Merino se mostró pletórico. La abundancia en el centro del campo alimenta, con razón, las expectativas de un equipo que llegará al próximo Mundial, si nada se tuerce por el camino, en un estado de revista ilusionante. Nadie juega como España en el mundo, y nadie tiene a Lamine.

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