Al Madrid le reaparece una Liga con consecuencias

Las temporadas de fútbol son largas y sinuosas, llenas de esquinas y callejones oscuros, en ocasiones sin salida. El Real Madrid abandonó en marzo la carrera por la Liga y no se escucharon grandes reproches. Se concentró en la Copa y en la Liga de Campeones, su competición fetiche. La brillantísima actuación en Anfield (2-5) y en la vuelta de la semifinal en el Camp Nou (0-4) apagaron cualquier amago de incomodidad en el ambiente. La victoria en la Copa cerró cualquier debate, de ninguna manera reabierto en la ida contra el Manchester City. El Madrid estaba donde solía y las vicisitudes de la Liga quedaron en el olvido. Pues no.

El Manchester City goleó al Madrid no por atropellamiento, sino por disección, que es una manera más fina, poco tremendista, pero terrible. El Madrid se desangró minuto a minuto, sometido por el exquisito, pero letal, tratamiento que le aplicó el equipo inglés. Cosas del fútbol: Guardiola ha regresado esta temporada a un dibujo básico en la evolución táctica del fútbol, la famosa WM que implantó Herbert Chapman hace casi 100 años en el Arsenal. Al City le ha funcionado de maravilla esta temporada. El Madrid salió del partido con cuatro goles y sin entender nada de lo que había sucedido.

En el fútbol, la frontera de la goleada está separada por el cuarto gol. El Madrid lo recibió en el penúltimo minuto, en una espléndida combinación de Foden y Julián Álvarez, que se sumaron a la fiesta en los instantes finales del encuentro. Es el cuarto gol el que cambia la percepción pública del resultado y agita las secuelas de la eliminación. La serena calma que había presidido los dos meses previos, a pesar del deficiente recorrido en la Liga, se ha convertido en una profunda borrasca.

La agitación ha desbaratado muchas de las certezas previas. Se cruzan opiniones sobre la continuidad de Ancelotti, el horizonte de los veteranos, los déficits en algunas posiciones y el número de fichajes en perspectiva. De un día para otro, la cifra se ha incrementado sustancialmente. Se piden más. Son las consecuencias del shock. El Madrid tiene una larga experiencia en el manejo de esta clase de crisis y no caerá en maximalismos. Nadie invocó un cambio drástico después de su exhibición en Anfield, de la que no han transcurrido siquiera dos meses, o de la barrida al Barça en la semifinal de Copa.

Al Madrid le llega un tiempo de ajuste fino, no de revolución. Ahí es donde cobra importancia aquello a lo que nadie daba trascendencia: la Liga. Sólo faltan cuatro partidos para terminar el campeonato. En términos sustanciales no modificará la situación. El Barça será campeón y los tres siguientes (Real Madrid, Atlético y Real Sociedad) jugarán la próxima edición de la Liga de Campeones. Sin embargo, el fútbol es un territorio que se cultiva con percepciones y en la Liga se observa su terreno más fértil. Es en la Liga donde se suelen tomar las decisiones más tajantes. En los últimos años, las destituciones de Benítez y Lopetegui se produjeron durante el campeonato doméstico, expresión del día a día en el fútbol. Ni mucho menos se trata de un modelo de actuación exclusivo del Real Madrid.

En la temporada 2007-08, el Barça terminó tercero, a 18 puntos del Madrid y fue eliminado por el Manchester United en la semifinal de la Copa de Europa. Al equipo inglés le bastó con un gol de Scholes. Al final de aquella temporada se asistió al despido de Rijkaard, la salida de Ronaldinho y una moción de censura que Laporta ganó por los pelos. Luego llegó Pep Guardiola. Al Real Madrid (14 puntos por detrás del Barça) le quedan cuatro partidos de Liga. Parecían intrascendentes. Se han transformado en el más exigente de los exámenes. Una caída libre agudizaría el incendio que se declaró en el Etihad.

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