Aitana y Alexia, el ADN de un gigante

Esta Champions, que no es una Champions cualquiera, se traduce en dos palabras: Aitana y Alexia. No se me ocurre mejor forma de hacer llegar el mensaje de lo que significa este título que a través de esas dos jugadoras. Porque han ganado el Balón de Oro, porque son talento puro y porque con ellas han crecido el Barça y La Roja, referentes mundiales femeninos en categoría de clubes y de selecciones. Aitana y Alexia son moneda común ya en nuestro fútbol, las caras conocidas por quienes empiezan a familiarizarse con este deporte en categoría femenina. Pero hay más, muchas más.

Cómo si no van a desplazarse cuarenta mil aficionados azulgranas hasta San Mamés, donde por unas horas olvidaron el vodevil Xavi o el pinchazo ante Olympiacos que dejó al equipo de baloncesto fuera de la Final Four de la Euroliga. El mejor Barça posible es este que Jonatan Giráldez dirige (hasta hoy, que la aventura americana sea un éxito…), el equipo que se construyó con sentido común y el trabajo de un organigrama envidiado por toda Europa. Aitana y Alexia, sí, pero también Pina, que dio la asistencia para el 2-0; o Salma, que no tiene límite; o Cata Coll, que desde el Mundial mide tres metros; u Ona, que se deja la cara frente a unos tacos de aluminio del mismo modo que llega hasta la línea de fondo para regalar un balón que es medio gol.

El Barça ha ganado al Olympique de Lyon, su bestia negra, y firma una temporada mayúscula con cuatro títulos: Champions, Liga, Copa de la Reina y Supercopa de España. Dicen que el de San Mamés ha sido el tercer máximo desplazamiento de aficionados en la historia del club. Estaba justificado. Es hora de abrir el cava. Tiene toda la pinta de que va a haber que hacerlo muchos años.

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