Actitud, sí; juego, no
El Madrid lo intentó, hasta lo mereció, pero su fútbol, por ahora, se lo niega.
Se tiene la costumbre de analizar los tropiezos del Madrid desde palabras como la actitud, la intensidad o las ganas. Equivocadamente, en muchas ocasiones. En el Madrid de Xabi Alonso, por ejemplo, eso no falta. Lo que no tiene todavía su equipo es el nivel de juego suficiente y la claridad que necesita. El empate de Girona volvió a evidenciar sus limitaciones en la salida de balón, la poca lucidez de su centro del campo y la dependencia excesiva de Mbappé y Vinicius.
Montilivi, como lo fueron Vallecas o el Martínez Valero, emergió como el termómetro de sus defectos. El Madrid tiró la primera parte con un sistema en el que parecía que nadie se enteraba qué posición ocupar o qué desmarque ofrecer. Güler jugó más arriba que Bellingham, Valverde iba de la derecha al centro, Trent y Fran García se colocaban en posiciones avanzadas y la construcción desde atrás, en algunas situaciones con tres, no puso en ningún compromiso a la estructura preparada por Míchel. El Madrid echó de menos a un futbolista como Ounahi y se fracturó en el repliegue.
Enfrente, la mejoría competitiva del Girona en las últimas fechas es una realidad. Ha reducido los errores, tiene mayor forro defensivo y se ha ordenado mejor con el balón. Con otro traje al habitual, Míchel también sabía que contra el Madrid iba a tocar sufrir y prefirió defender en un bloque bajo a dar a su rival la opción de transitar y hallar huecos entre líneas. Durante la primera parte, le salió la jugada; tras el descanso, se quedó demasiado corta.
El Madrid se entregó a su físico con la entrada de Camavinga, las apariciones intermitentes de Mbappé y al uno contra de uno de Vinicius. Parecen argumentos menores, pero no lo son del todo. El equipo de Xabi Alonso apretó de lo lindo, y dejó al Girona sin escapatoria. Cuando la encontró, aparecieron Militao y Courtois, dos candados superlativos. Fue un tiempo meritorio del Madrid, que dispuso de ocasiones de sobra para alcanzar la remontada y no tener que conformarse con el empate que rescató únicamente.
El liderato ya no es del Madrid, inmerso en una deriva preocupante por lo que indica su juego. Xabi Alonso tampoco aportó soluciones desde el banquillo. Sus cambios son previsibles, hasta en los minutos que los hace. Rodrygo sigue enfadado con el gol y Gonzalo salió, otra vez más, sin tiempo para hacer gran cosa. El Madrid lo intentó, hasta lo mereció, pero su fútbol, por ahora, se lo niega.
Pasillo por el medio
Iván Martín se ofrece entre líneas con un Madrid descompensado. Tchouameni y Camavinga salen de posición, mientras que Militao y Rüdiger se mantienen con Vanat. Ninguno achica y obligan al milagro de Courtois.
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