A propósito de Lamine Yamal

A Vinicius lo ha defendido hasta Lula Da Silva. Se decía que criticar sus memeces era racismo. La propia Casa Blanca, en tiempos del marmolillo Biden, colaboró en la causa. Nadie sin embargo ha salido en defensa de Lamine Yamal, ni siquiera el propio Barça, ausente de la auctoritas presidencial que tenía Bernabéu para defender a los suyos en público y tirarles de las orejas en privado.

A Lamine le hubiese venido bien. Sin conocerle, le dejaría las llaves de mi casa. Da planta de buen tío, aunque adolescente aún para manejar tanta fama y tanta pasta. Un adolescente es el que adolece de falta de madurez.

El padre tampoco ayuda. Lamine tiene la maldad de un ficus, es decir, ninguna. Ver cómo reivindica a su barrio de inmigrantes o cómo cuida de su hermano menor, que casi pudiera ser su hijo, ver su sonrisa plagada de brackets en un mundo de gañanes hace imposible no quererle. Más aún cuando utilizan unas declaraciones que no hizo para poner a su eterno rival en combustión en la víspera del Clásico. Clásica estrategia de un club menor.

Todo parece alineado para que el Madrid gane esta Liga, pero el Barça no ha renunciado. Cinco puntos de desventaja, pero varios ‘positivos’ a favor. El Madrid aún tiene que pasar por el Camp Nou. Los de Flick remontaron siete el año pasado para campeonar y hacer el doblete. Bien no pinta este año, pero se admiten apuestas en contra.

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