Herejía en Jacksonville
Mariano Tovar
De todos modos, os prometo que en cuanto pase el draft me encerraré en casa, me pegaré una gran empollada y empezaré a hacer los tradicionales ‘Así los veo’ de los 32 equipos. Espero que este año me dé tiempo a terminar todos antes del inicio de la temporada.
Pero hoy he salido de la cueva en la que estoy enclaustrado solo para llevarme el disgusto de la semana. ¡Han mancillado el sagrado uniforme de Mark Brunell! Nike destroza cada equipación que toca, como La Muerte de Bergman.
Lo de las equipaciones puede ser discutible. A mí siempre me ha gustado el azul turquesa de los Jaguars. Y creo que su mejor uniforme coincidió con su mejor equipo, en aquellos primeros años increíbles a las órdenes de Tom Coughlin. Desde entonces se han sucedido las modificaciones que más que arreglar, estropeaban poco a poco algo que nunca necesitó ser tocado.
Yo, enamorado de aquellos Jaguars desde el primer día (si alguna vez en mi vida he sido de verdad de un equipo, ha sido de los de Jacksonville) compré su casco poco después de su creación. Un casco que aún tengo, de un negro brillante en el que destaca un jaguar que recuerda a la iconografía Maya, Azteca, Inca y Olmeca, donde este felino fue divinizado. Era el dios protector de los campos y las cosechas. El símbolo de poder y autoridad. En los imperios precolombinos, los hombres sabios se vestían de jaguar.
Tal vez sean mis manías de viejo diseñador, pero cuando critico o alabo algún uniforme, siempre me gusta investigar e ir más allá, buscando los motivos que llevaron a algún colega de profesión a tomar cada decisión.
No hay ninguna duda de que, desde entonces, muchos 'artistas' metieron las manos en la masa sin ni siquiera preocuparse del punto de partida y Nike no ha sido una excepción.
El casco degradado de negro a dorado es una machada absurda que quieren vender como un concepto de jaguar cazador de día y noche y que, perdonadme, es un vómito. Lo del sello militar en el pecho ya es de traca. Los uniformes, como os digo, quizá os parezcan guays o chulos pero, simplemente, no dicen nada. No tienen alma.
Los Jaguars originarios eran pura épica. Eran poesía. Eran el espíritu de la vieja América conquistando la NFL.
Los nuevos Jaguars son una lamentable operación de marketing que sigue perdiendo su identidad a puñados cada día que pasa. Su destino, inevitablemente, está mucho más al oeste.
Me vais a perdonar, pero cualquier tiempo pasado sí que fue mejor… al menos en Jacksonville.
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl