NFL | Super Bowl

La redención de Philadelphia

Los Eagles le brindan el título a una ciudad que, a pesar de respirar deporte por todos lados, recibe alegrías con cuentagotas y de paso se quitan varias espinas.

Nueva Orleans
JAMIE SQUIREAFP

Pocas ciudades en Estados Unidos vibran tanto con el deporte como Philadelphia, una de las 12 localidades del país que tiene equipos en el Big Four de ligas profesionales (NFL, NBA, MLB y NHL) y una de las cuatro en las que al menos un conjunto de cada deporte juega dentro de los límites de la ciudad y no en las afueras. Los aficionados de estas franquicias, además, tienen la reputación de ser los más hostiles, por no decir maleducados, a la par que devotos, de todo el país, y, para bien o para mal, se desviven por sus equipos. En los últimos tiempos, los sinsabores eran mucho más que las alegrías que recibían, y por ello la Super Bowl que lograron los Eagles al batir con contundencia a los Kansas City Chiefs (40-22) supone un chute de moral para la localidad de Pensilvania.

Hasta 1985, Philadelphia festejó un total de 16 títulos nacionales de sus franquicias en las cuatro grandes ligas: tres de los Eagles en la era antigua de la NFL (1948, 1949 y 1960) además de otro de los Frankford Yellow Jackets (1926), cinco de los Philadelphia Athletics en la MLB (1910, 1911, 1913, 1929 y 1930) y otro de los Phillies (1980), dos de los Philadelphia Warriors en la NBA (1947 y 1956) y otros dos de los 76ers (1967 y 1983), y un par de los Philadelphia Flyers en la NHL (1974 y 1975). Desde entonces, la sequía en las últimas cuatro décadas ha sido importante: solo llegó un campeonato de los Phillies en 2008, y en los últimos los Eagles han sido los principales causantes de felicidad con sus anillos en 2018 y 2025. Con este triunfo del equipo de NFL, que levantó su segunda Super Bowl de la era moderna, cada uno de los cuatro equipos en activo de la ciudad tiene un mínimo de dos títulos.

Además de una alegría mayúscula para la ciudad, el entorchado de los Eagles supone una redención para muchos de sus protagonistas. El primero, por supuesto, para Jalen Hurts, MVP de la Super Bowl a sus 26 años y que llegaba a la final bajo lupa por su rendimiento en grandes partidos. El quarterback completó un partido cuasi perfecto, con una intercepción como único borrón, y manejó a las mil maravillas a un ataque que pasó por encima de los Chiefs. También se quitó un peso de encima Nick Sirianni, entrenador del equipo desde 2021 (es su primera aventura como head coach) y que quedó muy dolido tras la Super Bowl de hace dos años, en la que los Eagles precisamente fueron superados por un conjunto de Kansas City en el que Sirianni estuvo cuatro años ocupando distintos puestos del cuerpo técnico. “¡Hey! Ya no oigo más mierda, fans de los Chiefs. ¡Nos vemos!”, dijo el míster la pasada temporada, cuando ganó en el Arrowhead Stadium tan solo unos meses después de haber perdido la Super Bowl. Sirianni, además, ha sabido levantar a un equipo que el año pasado se hundió en el tramo decisivo de temporada, y que por entonces dio la sensación de estar resquebrajado.

La lista de redimidos no queda ahí, ni mucho menos. Otro miembro del cuerpo técnico, Vic Fangio, el coordinador defensivo, llegaba a la Super Bowl con un tétrico balance en sus partidos ante Mahomes: ningún triunfo y ocho derrotas, seis como entrenador de los Denver Broncos y dos como coordinador defensivo de los Miami Dolphins. Esta vez, la defensa sobre la que manda Fangio ejecutó un plan perfecto, asfixiando al quarterback de los Chiefs sin necesidad de mandar blitz, y resultó ser una roca que Kansas City jamás supo desplazar. También fue una noche muy especial para Saquon Barkley, que cumplió 28 años y se regaló el primer anillo de su trayectoria. Siendo uno de los mejores corredores de la liga, decidió la pasada primavera abandonar los New York Giants en los que había pasado sus primeros seis cursos en la NFL en busca de un ansiado anillo, y apostó por los Eagles, eternos rivales de los neoyorquinos, a pesar de que tenía ofertas que superaban el dinero que le daba Philadelphia (37,75 millones de dólares por tres años). La apuesta le salió a la perfección, con una línea ofensiva que le ha abierto huecos sin parar y que le ha permitido completar una temporada monstruosa, culminada de la mejor manera posible, con un título para una Philadelphia sedienta de alegrías.

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