Víctor Gómez firmará cinco años con el Sporting de Braga

Después de dos cesiones productivas en Mirandés y Málaga, la tercera será la última para Víctor Gómez. El lateral derecho, formado en la Ciudad Deportiva de Sant Adrià y quien debutara con el primer equipo en la campaña del descenso (2019-20), firmará cinco años con el Sporting de Braga, club en el que recaló cedido en agosto y con el que está rindiendo a un nivel notable en la liga portuguesa.

Espanyol y Braga firmaron una cesión con una opción de compra de dos millones de euros. En los próximos días, el club portugués, ahora mismo en la tercera posición a solo dos puntos del Oporto, le comunicará la decisión de ejecutarla el 30 de junio después de alcanzar un acuerdo con el lateral de Olesa, quien firmará un contrato largo y que, de nuevo, la próxima campaña estará en un equipo que jugará competiciones europeas.

La progresión de Gómez ha sido evidente. Al comienzo de curso le costó asentarse, castigado en partidos como ante el Gil Vicente (0-1) o el Oporto (4-1), maltrecho además por la lesión ante el Sporting de Lisboa en la jornada inicial que le mantuvo fuera de los terrenos de juego casi dos meses. Pero después del Mundial, ha regresado con fuerza y se ha asentado. “Le encanta al entrenador”, explica una de las fuentes que sigue el fútbol portugués. “Es un jugador muy buen para la liga portuguesa. El Braga puede hacer negocio en el futuro, aunque no creo que le dé para recalar en un club top”, asegura otra.

Después de superar esa lesión que le dejó fuera del 7 de agosto al 30 de septiembre, el jugador alternó algunas suplencias hasta que se hizo con el puesto. Suma ya 28 partidos entre todas las competiciones y cinco asistencias. Cuando debutó en el Espanyol, ya se le veía potencial aunque le perjudicó el contexto inestable y asfixiante de aquel equipo que bajó a Segunda y tuvo hasta cuatro entrenadores. “Vimos rápidamente su potencial, sobre todo en ataque. Era muy joven cuando debutó, además que lo hizo en un contexto inadecuado: tuvimos cuatro entrenadores, estábamos faltos de confianza... No fue el mejor escenario”, explican dos exjugadores del Espanyol, miembros de aquella plantilla del descenso en la que Víctor Gómez empezó a asomar, especialmente con Pablo Machín en el banquillo. El jugador sufrió especialmente en defensa, en un equipo que encajaba muchos goles y donde no había margen al error, teniendo en cuenta que el fantasma del descenso era cada vez más humano.

Llegado el verano, y en plena reconstrucción de la plantilla por parte del director deportivo, Francisco Rufete, el club decidió fichar a dos laterales (Óscar Gil y Miguel Llambrich) y ceder a Gómez. “Él quería jugar. No es de esos jugadores que firman un contrato en un club y se quedan años asumiendo que tendrán pocos minutos, él prefería irse porque veía que no tenían esa confianza”, explica un ex futbolista. Y así fue. El lateral de la cantera se marchó al Mirandés y al Málaga en dos cursos en los que jugó y se asentó como uno de los mejores laterales en Segunda. El pasado verano dio otro paso adelante. El definitivo para asentarse. El Espanyol ya formará parte de su pasado.