Otro adiós para Suárez

El de la hierba, al finalizar el Atlético-Sevilla de la penúltima jornada de LaLiga 21-22, no sería el último adiós para Luis Suárez en el Atlético. Aún quedaba otro. Ese vivido esta tarde en las tripas del Wanda Metropolitano, en el que el uruguayo veía cumplido un sueño. Acompañado por su familia, siempre cinco, Luis, Sofia y sus tres hijos, Lautaro, Benjamín y Delfina, acudió al campo que hizo por primera vez en su historia campeón de Liga (el Atlético se mudo a éste en 2017, la de 20-21 fue su ‘Primera’) y se detuvo ante el mural que decora la entrada de ‘Territorio Atleti’.

Ese mismo en el que están las grandes leyendas del club, Gabi, Futre, Vicente Calderón..., y que cuando llegó, señaló: “Acá me gustaría estar”. Porque cuando llegó, con el portazo del Barça aún resonando en sus oídos, esa llamada en la que Koeman le despidió en treinta segundos tras seis temporadas, 198 goles, el tercer máximo goleador histórico del club y un verano entrenándose al margen, como si todo lo anterior nunca hubiera pasado, lo hizo con las ganas temblando en la punta de sus botas, la rabia, las ganas de demostrar y seguir haciendo historia. “Y estar algún día aquí representado”. En ese mural.

Enrique Cerezo en cabeza

Esa fue la sorpresa de un día en el que los empleados del club rojiblanco, con su presidente Enrique Cerezo a la cabeza, homenajearon de nuevo al delantero charrúa. Se le hizo entrega de un obsequio, se proyectó un vídeo con sus mejores momentos en el Atlético y recibió una ovación. De las profundas, de las de adentro.

Desde que anunció que el partido entre el Atlético y el Sevilla sería su penúltimo con la rojiblanca, la afición se movilizó en redes para pedir su sitio en ese lugar que, por partidos, no tiene: el Paseo de Leyendas. Los cien partidos oficiales con la rojiblanca es la única puerta. Suárez se quedó a 17 (83), sin placa como otros grandes del club que tampoco (Falcao...) pero que siempre tendrán un lugar que va más allá de los números y los partidos: un hueco en el corazón de una hinchada que nunca olvidará cada una de las 21 veces que se besó los dedos y el tatuaje de su mano en el Atlético, durante la 20-21 para es, hacerlo campeón de Liga, y hacerse un sitio gigante en ese mural que ya para siempre le recordará. “Allá donde vaya habrá un hincha del Atleti”, prometió. Aún no se ha ido (River es el último de los que le pretenden) pero eso ya lo lleva a rajatabla.