El Espanyol se devora a sí mismo
Vergüenza
Traerá cola lo que sucedió anoche en el RCDE Stadium. Gravísimo. Ni el título de Liga del eterno rival, ni una permanencia cada vez más inalcanzable. Lo que no tiene justificación fue la invasión de campo que se produjo cuando los jugadores del Barcelona celebraban el campeonato. Ni que se viera venir, ni que el ambiente estuviera caldeado. Pudieron ocasionarse daños mayores, es probable que el equipo perico acaba de jugarse la salvación a puerta cerrada y, lógicamente, la imagen del Espanyol ha quedado seriamente perjudicada.
“Y ésta es nuestra vida”
Antes de los lamentables incidentes, del encuentro incluso, no pudo ser más premonitoria la pancarta que se desplegó por todo el Lateral cuando comparecían los jugadores. “Somos el Espanyol y ésta es nuestra vida”. Apuntaba a advertencia para el Barcelona, pero se tornó en amenaza para los ilusos pericos, que iban a asistir a un espectáculo impropio el día en que podían aplazar la fiesta del eterno rival y, por encima de todo, en que se jugaban la vida. Su vida.
La ilusión del indulto
Escribía Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido que a menudo el condenado a muerte, cuando se sabe a punto de ser ejecutado, siente lo que la psiquiatría bautizó como la ilusión del indulto. Una suerte de ensoñación sobre una imaginaria amnistía que nunca llegará. Le ocurrió al espanyolismo durante la semana, con los mensajes del club, de los jugadores, de Luis García, cargados de coraje y motivación. Que la afición se tomó en serio, con un masivo recibimiento al autocar, con un mosaico en el estadio. Pero que resultó ser una gran mentira. Porque ni siquiera hubo derbi, como muy probablemente tampoco haya permanencia.
Derbi sin derbi
Porque el partido duró lo que tardó Balde en irse un par de veces de Óscar Gil, y Lewandowski en desquitarse de aquella presunta alineación indebida de la Nochevieja. Lo que para el Espanyol fue una sala de torturas, un museo de los horrores, se convirtió desde la óptica culé en una pista de baile. Lo nunca visto.
“Directiva, dimisión”
Así que, tan inédito como lo era el hecho de que el Barcelona se proclamara campeón de Liga en el estadio del Espanyol, algo que jamás había sucedido en las más de nueve décadas del campeonato, lo fue el comportamiento de la grada. Por primera vez, y salvo en los primeros minutos, el eterno rival fue el convidado de piedra de los cánticos, dirigidos al presidente perico, Chen Yansheng, y sus acólitos. El “directiva, dimisión” y el “chino (sic.), vete ya”, fruto de la impotencia, se fue propagando como la pólvora por Cornellà.
Huida
En paralelo a las guadianescas proclamas, al silencio, se fue la grada despoblando a cuentagotas ya desde el tramo final de la primera parte. Más que para no asistir al festejo del rival, para no presenciar la dantesca puesta en escena de su equipo.
Piqué, presente
Antes del título culé, y del bochorno perico, hubo tiempo para la chanza. No estaba Piqué, de hecho era el primer derbi que se perdía en toda la historia de Cornellà. Pero sí estuvo. Porque se le ocurrió al Espanyol la maldad de bajar el volumen justo cuando iba a entrar a calentar el Barcelona, para acto seguido poner a todo trapo la despechada sesión de Bizarrap y Shakira. Horas antes, en las redes, el propio Barça había calentado el día con un tuit en que aparecía un vídeo de Piqué celebrando un gol en el estadio perico, bajo el título Con ganas de derbi. Habrá que ver cuánto tiempo tarda en volver a disputarse.