Luján Soler, nutricionista: “Están diseñados para ser adictivos”
La experta en nutrición alerta sobre el consumo de ultraprocesados (bollería, snacks…), que se ha disparado en España en las últimas décadas.
El consumo de alimentos ultraprocesados —bebidas azucaradas, snacks, bollería industrial, platos preparados— se ha disparado en España en las últimas décadas, desplazando progresivamente a la dieta tradicional basada en alimentos frescos.
Según una reciente serie de estudios, la proporción de calorías que proceden de ultraprocesados ha pasado del 11 a un 32 % en apenas treinta años. Algo que, para la nutricionista Luján Soler, es una “alarma sanitaria”: “Cuando casi un tercio de lo que comemos viene en paquetes industriales, estamos reemplazando comida por producto. Eso tiene consecuencias en nuestra salud. Lo vemos en consulta”.
Impacta en la infancia
El fenómeno no se limita a los adultos. Más del 36 % de los niños en España presentan sobrepeso u obesidad, una realidad que muchos expertos relacionan con el alto consumo de ultraprocesados.
Soler insiste: “Que la infancia tenga acceso a comida real, variada y nutritiva no es un lujo. Si desde pequeños normalizamos refrescos, snacks y bollería, condicionamos su salud presente y futura”.
Consecuencias en salud pública
Los estudios publicados en The Lancet asocian el aumento de ultraprocesados con mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y problemas metabólicos.
Soler añade otro efecto menos visible: “Los ultraprocesados están diseñados para ser adictivos. Generan hábitos de picoteo, insatisfacción y dependencia. Nos alejan de la comida real”.
Para cambiar el rumbo, la nutricionista apuesta por un enfoque práctico: priorizar alimentos frescos y la tradición mediterránea, cocinar, aunque sea simple, para reducir dependencia de productos industriales, evitar bebidas azucaradas e incentivar el consumo de agua, leer las etiquetas (listas de ingredientes largas o aditivos deben hacernos desconfiar), y fomentar hábitos saludables desde la infancia, con familias y escuelas implicadas.
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“No es cuestión de culpabilizar”, dice Soler. “Se trata de recuperar el valor de comer bien y defender nuestra salud a través de la alimentación”. Para Soler, la prioridad es clara: “Volver a la comida real no es una moda. Es una necesidad urgente”.
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