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Miguel Ángel Silvestre: “Nunca trabajé por dinero”

“Mi padre gestionaba todo y no sabía cuánto había en el banco hasta que él falleció”, ha explicado el actor en una entrevista a ‘Vanity Fair’.

“Solo me interesaba mi caché, quería saber cómo me valoraba la industria, pero nunca trabajé por dinero, hasta el punto de que mi padre gestionaba todo y no sabía cuánto había en el banco hasta que él falleció”. Con estas palabras, uno de los guapos oficiales de España, natural de Benicasim, a la sazón, Miguel Ángel Silvestre, ha explicado a la revista Vanity Fair cuáles eran sus primeras prioridades a la hora de encontrar papeles.

Aunque su padre quería darle algo más de cultura financiera. “Siempre me insistía en que ahorrara, me quería explicar cómo funcionaba todo, pero en esa época vivía fuera y si iba a casa lo último que me apetecía era hacer números. Cuando me recriminaba que había gastado mucho, le decía que no se preocupara, que si hacía falta me reinventaría y generaría de alguna parte”. De hecho, tal como explica a la publicación, al actor, desde muy joven, no le caían los anillos a trabajar: “Con 11 años ganaba dinero por hacer masajes y después encordando raquetas de tenis”.

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Siempre elegí personajes que pensaba que aportaban a mi carrera a largo plazo. Me gustaba imaginarme como los actores mayores que llevan una vida trabajando por las decisiones que han tomado. Y no siempre esas elecciones favorecen a tu economía”, añade.

Una carrera sin premios

No obstante, pese a haber trabajado sin parar desde que en 2008 saltase a la fama por su papel protagonista en Sin tetas no hay paraíso, con El Duque como su personaje estrella, todavía los premios del gremio se le resisten.

“Creo que hay paz en saber que la carrera de un actor dura muchos años. Yo creo que mi mejor actuación está por llegar. Espero que todo este esfuerzo me lleve a un lugar dulce y no sé si la consecuencia será esa, lo que sí sé es que no depende solo del actor, depende mucho del director, de quien te dirige”, explica.

Y recuerda uno de los personajes que más gustó a la crítica: Lito, en Sense8, un joven mexicano homosexual. “No tuve que pensarme nada al aceptar ese papel. Lo que me salía del corazón era honrar a personas LGTBI que habían supuesto una gran inspiración para mí, como por ejemplo es Lorca o mi propia tía, que sufrió una época en España donde había mucha represión. Mi padre nos inculcaba mucha admiración hacia ella, mi hermana y yo la veíamos como una mujer auténtica que defendía sus ideales al margen del sistema”.

“Me gusta hacer cualquier tipo de personaje. Me interesa la metáfora detrás de la historia y saber en manos de quién está. Por suerte, son muchas las almas que ponen un granito de arena para crear un futuro mejor desde el cine, y espero que cada vez sean más”, añade.

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