CINE
Kate Winslet, sobre cómo afectó ‘Titanic’ a su vida: “Fue horrible”
La intérprete tenía tan solo 22 años cuando se convirtió en una de las actrices más famosas del mundo, lo que supuso un escrutinio constante de su vida.
Cuando Titanic se proyectó por primera vez, todos aquellos que habían pagado la entrada por acudir al evento cinematográfico del año salieron con el regusto agridulce de que, efectivamente, cabían dos personas en la tabla, y, además, con la doble sensación de querer embarcarse en un viaje en crucero y, al mismo tiempo, no querer hacerlo por si aparece un repentino iceberg. El caso es que la historia estuvo protagonizada por la que aquel año fue la pareja favorita de Hollywood: Leonardo DiCaprio y Kate Winslet.
Aunque aquella oportunidad supuso el ascenso a los cielos de las ofertas y proyectos —todos los directores querían a alguno de ellos en su elenco, si no a los dos—, lo cierto es que también supuso un repentino y difícil de asumir estrellato mediático. Especialmente para Winslet, que pasó de ser una actriz prometedora —ya había ganado un BAFTA antes de embarcarse en el filme de James Cameron— a ocupar todas las portadas, todas las pantallas y permanecer bajo un foco social que la fue quemando y consumiendo. “Fue horrible”, dice ahora de aquellos días.
“Mi vida era bastante desagradable”
Al éxito de la película le siguió una serie de decisiones que mucha gente no entendió. En lugar de lanzarse a grandes proyectos, Winslet optó por el cine independiente: cada vez más abrumada, buscó en la interpretación su hogar, aquel que nunca le abandonó y su cobijo ante el cada vez más creciente escrutinio que sobre su vida personal se hacía. Y la encontró, tal y como ha relatado en una entrevista para Net-a-porter, no sin esfuerzo.
“Los periodistas siempre decían: ‘Después de Titanic podrías haber hecho cualquier cosa y, sin embargo, elegiste hacer estas pequeñas cosas’”, resume la actriz, añadiendo que, ante este eco incesante, su respuesta siempre era la misma: “Y yo dije: ‘Sí, puedes apostar tu maldita vida. Lo hice porque, adivina qué, ser famoso era horrible”.
No todo fue malo. Ella lo sabe. “Por supuesto que estaba agradecida. Tenía poco más de veinte años y pude comprarme un piso”, se sincera. El camino que decidió recorrer fue, en realidad, el reflejo opuesto de su amado Jack: mientras DiCaprio se dejó atravesar por el aire de las cumbres cinematográficas californianas, Winslet prefirió explorar el arte de la actuación marcando una distancia prudencial para con las grandes producciones.
“Sentí que [después de Titanic] tenía que lucir de cierta manera, o ser de cierta manera, y debido a que la intrusión de los medios era tan significativa en ese momento, mi vida era bastante desagradable”, detalló, añadiendo que, de todas las presiones, la que más le asfixiaba era la que la opinión pública ejercía sobre su cuerpo: “Le habría dicho a los periodistas ‘No se atrevan a tratarme así. Soy una mujer joven, mi cuerpo está cambiando, lo estoy descubriendo, estoy profundamente insegura, estoy aterrorizada, no hagas esto más difícil de lo que ya es’. Eso es intimidación, ya sabes, y en realidad casi abusivo, diría yo”.
Pese a las dificultades de entonces, que no deja de criticar, con el paso de los años ha logrado conciliar esa llave de sumisión que es la fama y, ahora, mira con buenos ojos la película. “No es una carga en absoluto. La película sigue haciendo feliz a la gente cuando la ve después de tanto tiempo”, dice, atreviéndose a bromear, incluso, con otra de las curiosas consecuencias que tuvo encarnar a Rose: “La única vez que digo ‘oh Dios, escóndete’ es si estamos en un barco en algún lugar”.