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Caso Asunta: los inesperados herederos de la millonaria Rosario Porto

Tras ser condenada, junto con su exmarido, Alfonso Basterra, a dieciocho años de cárcel, la madre de la pequeña adoptada en Santiago se suicidó en 2020.

Netflix, con su serie El caso Asunta, basada en hechos reales, ha vuelto a poner de actualidad el crimen de la primera niña adoptada de forma internacional en Galicia: Asunta Basterra Porto, quien fue acogida en una familia de clase alta de Santiago de Compostela, formada por Rosario Porto Ortega, la madre y dueña del inmenso patrimonio, abogada de profesión, y Alfonso Basterra, el padre, periodista.

Ambos fueron condenados a dieciocho años de cárcel por considerarlos el reconocido juez José Antonio Vázquez Taín autores del asesinato de la pequeña, a la que habrían suministrado durante meses Lorazepam. Basterra continúa en prisión cumpliendo su pena, mientras que la letrada decidió quitarse la vida el 18 de noviembre de 2020 ahorcándose con una sábana en la prisión de Brieva (Ávila).

Porto era el pulmón económico de la familia. Había seguido los pasos de su padre, Francisco, quien, junto con su padre, Socorro, profesora de universidad, le proporcionó una vida desahogada y un patrimonio millonario valorado en unos tres millones de euros, entre dinero en efectivo en cuentas y propiedades. Cantidad que se vio mermada tras ejercer su defensa, pero que seguía siendo muy importante tras su muerte. Ella lo sabía y, antes de la celebración del juicio, preparó su testamento, del que salió muy beneficiada una de sus amigas de la infancia: María Teresa Sampedro Portas, a la que conocía como la Nena, quien fue leal a ella hasta después de muerta.

Cómo se repartió la herencia

Sampedro, quien ya era amiga de Ortega, fue la que mejor salió parada del legado de Rosario Porto. La madre de Asunta quiso premiarla de alguna forma por estar siempre a su lado, cuando todo su entorno y familia la dieron de lado tras ser condenada por la muerte de la pequeña. Ella recogió las cenizas de Asunta, visitaba a la madre de esta en las cárceles de Galicia y dejó de hacerlo porque su traslado a Ávila coincidió con los tiempos del confinamiento por la pandemia del coronavirus. También se ocupó de los gastos del tanatorio y del entierro de Porto en Santiago, en Boisaca, junto a su hija.

En su testamento, Porto señaló como herederos a esta mujer y al abogado Juan Guillán, el primero en asistirla tras ser detenida, así al penalista que después llevó el caso, José Luis Gutiérrez Aranguren, a una prima lejana y dos presas de apoyo de su etapa en Galicia.

Los abogados renunciaron a su parte, mientras que la prima y las compañeras de penal sí quisieron lo que les tocaban, que eran las joyas de Socorro Ortega. Así que casi todo quedó en manos de Sampedro: los cuadros, las esculturas, el dinero de las cuentas (alrededor de medio millón de euros) y las propiedades inmobiliarias.

Estas viviendas eran cuatro: el famoso chalé de Teo donde habría muerto la pequeña, el piso de los abuelos en la calle General Pardiñas de Santiago, el todavía mayor de Doctor Teixeiro que compartían Asunta y su madre, y una residencia de playa en Vilanova de Arousa. Con la venta del primer piso la heredera pagó las tasas correspondientes al patrimonio y el otro lo puso a alquilar hace pocos meses. La vivienda de veraneo la disfruta con su familia y la finca de Teo no le genera más que problemas, ya que no ha conseguido venderla y, además, durante un tiempo estuvo okupada y se encuentra en mal estado de conservación.

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