España va camino de la final

Tomás de Cos

Después de irremediables tropiezos en las últimas temporadas, la Copa Davis volvió a darnos una alegría. Un solvente equipo español se impuso a Alemania a domicilio por 4-1 y ve allanado su camino hacia la final, ya que el próximo rival en semifinales es EE.UU. con el que nos toca jugar en casa en busca de revancha. Ya vimos lo que pasó en la final de Sevilla. Ahora lo que queda por conocer es la sede en la que entre el 19 y 21 de septiembre, eliminaremos a los vigentes campeones.

Desde aquí, y con todas nuestras consideraciones hacia los cánones económicos y el resto de cuestiones organizativas, pedimos que se escuche a los jugadores. No basta con oírlos. El cuadro de este año parece diseñado para que España grabe por tercera vez su nombre en la espectacular ‘Ensaladera de Plata’, diseñada por W. Davis.

Pedro Muñoz, presidente de la R.F.E.T., abogó en su día desde la federación madrileña porque la final del 2004 se disputara en Madrid y no en Sevilla. No hay duda de que la afición que Madrid tiene por el tenis merece una eliminatoria -e incluso una final- de Copa Davis en el Telefónica Arena. O mejor aún en el Palacio de los Deportes. Y el patrocinio que Turismo de Madrid hace de la competición le confiere aún más sentido. Pero siempre sin olvidar que seguimos hablando de una competición deportiva, en la que el fin último es conseguir la victoria de los nuestros. Y todo ello lo decimos desde el convencimiento de que en la capital también se puede ganar con relativa comodidad a Roddick y compañía.

La variedad de superficies sobre las que se disputa este deporte, lo condicionan de un modo determinante. Una cuestión difícil de entender si no se ha experimentado en carne propia. Los gestos corporales son similares, las medidas de la pista idénticas y el tanteo no varía en absoluto. Pero sí lo hace el elemento más importante del juego: la dichosa pelotita, que cambia radicalmente sus patrones de comportamiento. Pura física. En su constante ir y venir ella es quien señala un ganador. Muy por delante de la raqueta. Lo decide en cada punto, cada juego y cada set. Y sobre tierra batida, sea en altura o al nivel del mar, dispondrá que España dispute la final.

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