Camavinga se dispara
Al francés, en su año I en el Madrid, no le pesó la alta expectativa. Este curso busca confirmación y la IA estima que su valor se disparará: de 53 a 91 M€.
Sonaba casi la bocina estival de 2021 cuando el Madrid anunciaba el fichaje de Eduardo Camavinga. Una operación de 30 millones de euros (con opción a llegar a 45 según determinadas variables) en el último día del mercado para hacerse con un talento de 18 años (ahora 19) que venía avalado por su capacidad para quemar etapas y batir récords a todo tren con el Rennes. En su primer curso en el Paseo de la Castellana no tardó en refrendar esa condición. El salto del equipo renano al blanco era supremo, pero el de Cabinda, con un fútbol tan alegre y desenfadado como la sonrisa que ha conquistado a la afición madridista, se ha sacudido la presión. Ahora, afronta el que debe ser su año de confirmación y cuenta con el respaldo, además de las sensaciones, de la inteligencia artificial. Olocip, empresa especializada en la materia aplicada al fútbol, estima que su valor de mercado se disparará en la 2022-23: de los 52,8 millones de euros en los que está tasado actualmente a los 90,8...
Hasta el momento, su progresión ha sido fulgurante. En el club blanco ya aterrizó con varios registros históricos en su maleta de logros. 16 años, cuatro meses y 27 días tenía cuando debutó en la Ligue 1, el más joven en hacerlo con su Rennes. Su inicio en la 2019-20 fue atronador. A los 16 años y 281 días fue el más precoz en dar una asistencia en la primera división francesa. Y ante el PSG, en un choque donde dominó al centro del campo parisino con una solvencia insultante, más allá de fechas de nacimiento. Tanto hito dibujó el mayor de todos, el premio a mejor jugador del mes de la Ligue 1 en septiembre, algo inédito a su edad. Poco después se estrenaría como goleador ante el Lyon. De nuevo, el más joven en conseguirlo. En 2020 llegarían los récords con Francia. El 8 de septiembre, con 17 años, nueve meses y 29 días se estrenaba a las órdenes de Deschamps en una victoria ante Croacia en la Nations League (4-2): tercer debut más precoz con Les Bleus y el más joven en más de 100 años. En el siguiente parón marcaría un tanto en el 7-1 a Ucrania, ganando la medalla de plata en ese aspecto en la historia de la absoluta francesa. Camavinga acostumbra a caer de pie y en el Madrid también lo hizo.
De los récords a los retos
Seis minutos tardó en hacer su primer tanto como madridista (quinto más rápido en estrenarse como goleador en la historia del club). Salió por Hazard en el 66′ ante el Celta en la cuarta jornada y en el 72 ya estaba celebrando. Tres días después, debut en Champions ante el Inter en San Siro. Sustituyó a Modric en el 80′ y en el 89′ asistió a Rodrygo en el tanto de la victoria (0-1). Una vez más, llegó besando el santo. A lo largo de la temporada pasó por valles de forma, especialmente entre diciembre y febrero, cuando solamente disputó tres de nueve jornadas en liga. Una se la perdió por acumulación de tarjetas, su mayor debe del curso y, quizá, su mayor arista. Ese ímpetu que le aporta carácter reactivo a sus apariciones, a veces es arma de doble filo: recibió 11 amarillas en 1.696 minutos (40 partidos). Algo en lo que trabajar.
No obstante, supo controlarse cuando de verdad era imperativa su participación y firmó actuaciones de veterano. Como el día del City, cuando las vacas sagradas (Casemiro, Modric y Kroos) estaban en el banquillo y tiró de su espíritu hercúleo para dar solidez al centro del campo blanco en el milagro que puso rumbo a la final. Las presión no va con él. “Soy alguien que vive las cosas con un poco de desapego. ¡Antes tenía demasiada presión! Desde el momento en el que entiendes qué puedes y qué debes hacer el campo, todo cambia”, reconocía en France Football en mayo. Ahí ya estaba asentado en la rotación de Ancelotti de cara en el tramo decisivo (participó en los cinco últimos partidos de Champions). Al tanto de su debut sumó otro, un zapatazo de bella factura ante la Real Sociedad y acumuló 16 titularidades entre todas las competiciones en su primera temporada en el Madrid. Amén de engalanar su vitrina con Liga, Champions y Supercopa de España.
Números y rendimiento que le colocan como uno de los grandes favoritos a suceder a Pedri como Golden Boy y ser, de esta manera, el primer madridista en lograrlo. Un buen inicio de curso (los 20 finalistas se designan el 15 de octubre por votación popular, momento que toma el mando un panel de expertos de 40 medios internacionales) sería un fenomenal trampolín para batir a Gavi o Bellingham, sus, a priori, grandes rivales. Su polivalencia, pues puede hacer las veces de pivote o de interior, juegan a su favor. La competencia en el Madrid por el minutaje, en su contra. Casemiro, Modric, Kroos, Valverde, Tchouameni y el propio Camavinga compiten por tres puestos, sin olvidar a un Ceballos cuyo futuro no está claro. Pero ya logró ganarse la confianza de Ancelotti en su año ‘rookie’. Ahora quiere más, con una temporada llena de éxitos como aval. De confirmarse su progresión, el Mundial de Qatar que arranca en noviembre es una posibilidad real y una gran ilusión para el futbolista, a quien tanto la Sub-21 francesa como el banquillo se le quedan pequeños...