Pacheta y el equipo... perdidos en la niebla
La alarma roja estaba ya encendida después del partido del Rayo Vallecano, pero tengo la sensación de que no del todo. El optimismo de David Espinar y de Pacheta en las declaraciones previas de DAZN eran pura ilusión. La cruda realidad llegó unos minutos después cuando los de Simeone le pegaban un baile al conjunto blanquivioleta de los que deben sonrojar al más pintado. Fue humillante. Impresentable. Fue agrandar más la herida que supura desde hace semanas y que cada día es más grande. El Real Valladolid ha iniciado un descenso permanente a los infiernos futbolísticos y nadie parece capaz de frenar esa caída. Acumular cinco derrotas seguidas en Liga y otra en Copa, sin hacer un solo gol en todas ellas, con unos partidos de pretemporada grises de juego y de sensaciones, habiendo entrado ya en puesto de descenso directo, pone las cosas ya como están, realmente mal, con el equipo sin pulso y con la afición en estado totalmente depresivo.
Urge un cambio y es hora de que Ronaldo, Fran Sánchez, Pacheta y los futbolistas que estén dispuestos a tirar del carro, hagan examen de conciencia y traten de aportar el máximo para poder revertir esta situación. Ronaldo, empezando por ser más exigente con el entrenador, haciéndole sentir que el puesto no será vitalicio y cantando las verdades a los jugadores, dejando el buenismo que le caracteriza de lado para apretar las clavijas a los que de verdad pueden sacar al Valladolid del atolladero. Fran Sánchez afinando con los fichajes. Lo que llegó en verano salió bastante mal y no puede permitirse más deslices dado que empieza a estar bastante cuestionado por la afición. Pacheta espabilando y hablando menos y haciendo más. Su discurso parece agotado y la sensación que da es que él va por un camino y sus futbolistas por otro. Realizar ocho cambios en una alineación con respecto a la jornada anterior y cambiando el sistema, a estas alturas de temporada, es la prueba de que ha entrado en el modo bloqueo que tanto caracteriza a los entrenadores cuando empiezan a dar tumbos tras acumular un número alto de malos resultados. Y así estamos.
La gran pregunta sería la de saber porqué se ha llegado hasta aquí cuando al finalizar la jornada trece el equipo estaba con 17 puntos en mitad de la tabla. A partir de ese día en el que todo era maravilloso y éramos los más altos y los más guapos, empezó a atacar al equipo y al club el mal de altura. Llegó el Mundial con Plata y El Yamiq, era extraordinario ver a dos jugadores blanquivioletas entre los mejores del mundo. Llegaron las vacaciones y después la pretemporada. Partidos amistosos con una muy pobre imagen, pero que a nadie preocupaban porque todo iba muy bien. Seguíamos siendo altos y guapos. Pero empezó el baile. Que si Aguado no quiere renovar, que si va a renovar Pacheta, que viene el Real Madrid, que media Europa quiere a nuestros futbolistas, que si los gritos de Vinicius, que se autoexpulsan Sergio León y Zou Feddal y aquí no pasa nada, que si las pintadas en el estadio, que si Aguado sigue sin renovar, que si Ronaldo hace un Twit inoportuno que mina la moral de unos cuantos, que si Pacheta sale y ofrece a Fresneda al mejor postor, que si los árbitros, que si no se marcha Guardiola, que si se lesiona Kenedy… y nadie hablaba a lo largo de las semanas de los partidos. Y se acumulaban, mientras todo eso pasaba, las derrotas en la Liga y en la Copa, pero tranquilidad, no pasa nada, ya volveremos a ganar.
Y aquí estamos, con una crisis de caballo, viendo por fin la verdadera realidad de lo que verdaderamente importa, el partido, los tres puntos en juego. Lo demás, secundario. Fuegos de artificio que mucho ruido hacen y que poco aportan. Ya no somos ni tan altos ni tan guapos. Ahora tenemos a un equipo ido y un entrenador extremadamente tocado. Repito, urge reaccionar y que todo el mundo aporte su cien por cien. No queda otra. Y sin contemplaciones. El que esté para sumar, a jugar y el que no, hasta aquí hemos llegado. Y Pacheta a demostrar que puede revertir esto. Le queda poco tiempo. Los resultados le van a devorar en breve. El que no pueda con ello deberá dar un paso al costado y si no lo hace, la grada deberá mirar al palco, a Ronaldo. Dos descensos en tres años serían muy difíciles de soportar. Ganar al Valencia se ha convertido, ahora, en algo capital. Nos hemos convertido en pequeños y feos. Basta con mirarse al espejo para comprobarlo.
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