REAL VALLADOLID

La gran final de todas las finales

Un desenlace cargado de tensión y de nervios, de ilusión y de miedo, de drama por no bajar a Segunda que se vivirá en Zorrilla el domingo.

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Valen todos los tópicos y todas las frases clásicas que se nos vengan a la cabeza para definir el partido del próximo domingo en Zorrilla. La final de todas las finales. Un desenlace cargado de tensión y de nervios, de ilusión y de miedo, de drama por no bajar a Segunda. La semana no se hará larga, sencillamente se hará eterna. Lo mejor de todo es que son dos las únicas posibilidades que tiene el Valladolid para salvarse. No nos dejaremos el cerebro en analizar las distintas posibilidades matemáticas. Si el Valladolid gana, se salva. Y si empata, se salva si el Almería pierde en el campo del Espanyol. No hay más combinaciones. Lo demás mandan al conjunto de Pezzolano a Segunda. Partido, pues, de puerta grande o enfermería, no hay término medio. Por eso, imagino el domingo por la noche un Estadio Zorrilla vestido con sus mejores galas. Un ambiente similar al que se vivió hace ahora un año cuando los blanquivioletas ascendían derrotando al Huesca y gracias a la derrota del Eibar en Alcorcón.

El Valladolid no depende de nadie. Si gana sigue en Primera, pero por si no lo consigue y sella el empate, también será noche de transistores. Particularmente, confío en la profesionalidad del Espanyol. Un equipo que tiene motivos para quejarse de las actuaciones arbitrales y que querrá despedirse con la cabeza alta ante sus aficionados. Imagino un Espanyol enrabietado y que además viene jugando bastante bien. Sí le doy opciones de ganar al Almería. En cualquier caso, hay que jugarlo y si el Almería no falla, solo valdrá la victoria del conjunto pucelano ante los de Bordalás.

Será de capital importancia que veamos a un Valladolid decidido y que se parezca en su puesta en escena al que derrotó la semana pasada al Barcelona. Partidos timoratos como el de Cádiz y el de Almería no conducirán a nada. Pero los vallisoletanos han sido un equipo distinto en Zorrilla, en casa, ante su público. Es una final y no hay vuelta atrás. Equipo y afición volcados hacia la victoria. La papeleta para el Getafe no será sencilla. La suerte de los madrileños es que, aun perdiendo, se pueden salvar. El Valladolid no. La palabra perder está prohibida.

Pero no será rival fácil el conjunto azulón. A pesar de las bajas, la más importante la de Enes Unal, es un plantel de nombres importantes, de gente experimentada y que sabe muy bien como desenvolverse en ese tipo de partidos. Todavía está en la mente de los aficionados del Real Valladolid aquel playoff contra el Elche de Bordalás. Los ilicitanos manejaron con maestría todos los intangibles necesarios para, sin ser mejor que el rival, poder llevarse el gato al agua al final. Ese otro partido paralelo también debe saber jugarlo el Valladolid sin caer en la precipitación o la desesperación.

Creo que desde aquella final vivida en campo del Betis que terminó con el Valladolid salvado, no habíamos estado abocados a un partido tan dramático como el del próximo domingo. Los de Pezzolano llagan vivos y dependiendo de sí mismos, ante su público y en su casa a jugarse la continuidad en Primera. Es hora de demostrar que se merecen salvar tras un año tremendamente irregular. En su mano está. El destino les concede una última y gran oportunidad.

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