SUPERCOPA DE EUROPA | REAL MADRID - EINTRACHT

Santamaría: “No hubo fiesta la noche del 7-3; Bernabéu nos dijo en el hotel: ‘De aquí no sale nadie”

Uno de los dos supervivientes de la final de la Copa de Europa de 1960 conversa con AS sobre aquel partido en el que el Real Madrid conquistó ante el Eintracht su quinta Copa de Europa.

José Emilio Santamaría (93 años cumplidos el pasado día 31 de julio) es uno de los dos únicos supervivientes de aquella final histórica ante el Eintracht de Fráncfort jugada en Glasgow en 1960. Sólo él y el brasileño Canario siguen con nosotros para rememorar aquel 7-3 que ha quedado para la Historia. El uruguayo habló con AS de aquel día y de mucho más...

— Maestro, hoy se miden su amado Real Madrid y el Eintracht en Helsinki por la Supercopa de Europa. Usted jugó contra los alemanes en la inolvidable final de 1960 en Glasgow. ¿Qué recuerdos le trae aquel partido ante los germanos?

— ¡Cómo voy a olvidar un 7-3 en una final de la Copa de Europa! El Eintracht era un equipo alemán con gente muy fuerte y también jugadores jóvenes que venían pegando duro por su ambición y personalidad. Nosotros no hablábamos del rival. Si acaso Alfredo (por Di Stéfano) y yo porque éramos un poco los capitanes del equipo y debíamos mentalizar a nuestra gente. La idea sólo era una. Di Stéfano y yo veníamos de fuera de nuestra tierra y habíamos firmado un contrato con el club más grande del Mundo. No podíamos fallarle. Rial también era un líder. Y Puskas, por supuesto. Si eres empleado del Madrid te obliga a tener un modelo de conducta en la vida, más allá del fútbol.

— ¿Era para tanto?

— El Madrid te cuidaba hasta para manejar tus ahorros. Mi hijo, cuando era un bebé de un añito, se quedó durante seis meses solo conmigo en Madrid porque mi suegra enfermó y mi mujer se tuvo que ir con ella a Uruguay. El Madrid me apoyó en todo momento y mi vida solo era entrenar, jugar con el Madrid y cuidar al niño. No concebía otra vida. El Madrid te atiende, te cuida, te paga y te da prestigio. Te lo da todo.

“Nosotros ya habíamos ganado cuatro Copas de Europa; ellos venían a liquidarnos”

José Emilio Santamaría, exjugador del Real Madrid (1957-1966)

— Volvamos al Eintracht.

— Ese equipo venía joven y con hambre. Nosotros ya habíamos ganado cuatro Copas de Europa. Ellos venían a liquidarnos. De hecho, se adelantaron ellos en el marcador. Empezaron muy fuertes. Hubo un compañero que dejó el espacio libre por el lado izquierdo, da igual el nombre, y ahí llegó el 0-1. El Madrid nunca se rendía. Reaccionó. Alfredo empezó a tirar de todos. Iba, venía y nos gritaba. Entre Di Stéfano y Puskas empezaron a volverles locos, con Canario y Del Sol haciendo también un trabajo muy importante.

En ese Madrid mandaba mucho Di Stéfano.

— No, no era ese el secreto. Nuestro equipo tenía un líder futbolístico que era él, pero cada uno tenía sus parcelas. Yo mandaba atrás y mis laterales si se caían yo les daba tantos ánimos que se levantaban en el aire. Un espíritu de unión que podía con todo. Por eso me vine al Madrid a pesar de que estaba España en la posguerra. Mis padres eran gallegos y yo quería venir a España. Y como había jugado con 17 años en Nacional de Montevideo no me asustaba el reto del Madrid.

— ¿Y Puskas?

— Pancho era un futbolista extraordinario. Lo fichó Bernabéu, pero el problema es que cuando vino estaba muy gordo. Carniglia era el entrenador y Bernabéu le dijo que lo pusiese en forma y que le hiciese jugar. Puskas se enteró y tuvo el orgullo de trabajar para ponerse en forma en pocos meses. Era tan grande que en esa final de Glasgow metió cuatro goles. Para entonces Puskas ya era un avión. Era un ganador nato. De hecho, yo ya me había enfrentado años atrás contra él con Uruguay en un partido del Mundial de Suiza contra Hungría. Nos ganaron por culpa de un compañero nuestro, aunque no se dijo nada...

“Di Stéfano empezó a tirar de todos; entre él y Puskas les volvieron locos”

Santamaría, sobre la final de la Copa de Europa de 1960

— ¿Qué pasó?

— Que tenía el hombro roto, no nos dijo nada y nos metieron tres goles por su culpa. Pero ya no está en este mundo y prefiero no decir quién era.

— Por cierto, en las semifinales de la Copa de Europa de aquel 1960 se midieron al Barça de Helenio Herrera, que dio la lata en sus declaraciones diciendo que ustedes debían darse por eliminados. Nada más lejos de la realidad...

— Helenio era así. Hablaba mucho, pero nosotros teníamos un bichito que le tenía cogida la medida y les metimos tres. En el Bernabéu y en el Campo Nou. El Madrid habla en el campo.

— Vaya equipazo en la final, con Zárraga y Vidal en la medular, y Canario, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento arriba.

— ¿Y el portero?

— Domínguez.

— ¿Quiere saber por qué se tuvo que ir en su día el Flaco Domínguez del Madrid? En un derbi con el Atleti sacó el balón fuera del área. Domínguez tenía un poco la escuela argentina y a veces iba agrandado, muy alejado de la portería. El balón lo recogió Miguel y pegó un tiro con mucho efecto. Iba hacia portería. El Flaco se dio cuenta y empezó a recular y se escurrió, quedándose patas arriba. Ese gol nos hizo daño. ¡El lunes se vinieron a probar al Bernabéu nueve porteros! Domínguez fue a las oficinas tras enterarse y pidió al club la baja. Se fue para Argentina y regaló los muebles de su piso a unos primos que tenía. La exigencia del Madrid es así. Domínguez no se perdía ninguna inauguración en la ciudad y eso tampoco gustaba en el club. Aquí somos muy serios.

Santamaría observa junto a Tomás Roncero fotografías del partidazo ante el Eintracht de 1960.INMA FLORESDiarioAS

— Viajamos otra vez hasta Glasgow y a 1960. Creo que Bernabéu les hizo un discurso muy emotivo para alentarles antes de la final.

— Todo lo que decía Bernabéu lo dábamos por bueno. Él no cobraba, no se llevaba dinero. Él quería y amaba a su club. Y había sido jugador aquí. Cada vez que se nos acercaba venía masticando un puro. Si el puro venía suave, nada, tranquilos. Si el puro venía masticado, ni nos acercábamos, porque sabíamos que había lío (sonríe).

— ¿En ese Madrid había líos?

Hombre, yo una vez fui a un espectáculo con mi esposa al poco de fichar por el Madrid en 1957. Di Stéfano y su mujer nos acompañaban. Cenamos primero y luego fuimos a un musical. Al día siguiente fuimos a las oficinas del club, que estaban en el Frontón Jai Alai, para recoger el correo o por si teníamos algún encargo. A veces había hinchas en la puerta pidiéndonos un autógrafo. Al pasar por el despacho del gerente, Antonio Calderón, él nos detuvo con esta frase: “¿Qué? ¿Les gustó el espectáculo?” Me quedé helado. Nos dijo: “Tranquilos, sabemos que iban con sus señoras”. En esa época el Madrid tenía contratados a los maitres de cada lugar de moda de la capital y así sabían de primera mano si alguno se salía de madre. No fue nuestro caso porque a la una estábamos en casa e íbamos con nuestras mujeres. Pero le dije a mi esposa: “Nunca más”. Y no volvimos a salir...

— De nuevo retornamos a Glasgow. Del 0-1 llega el festival de Alfredo y de Puskas y se ponen ustedes 7-2, ni más ni menos, hasta el gol final de ellos que no maquilló una goleada histórica. De los 130.000 aficionados de las gradas, los pocos españoles que había en las tribunas empezaron a cantar los olés, que secundaron muchos ingleses y escoceses.

— Aquello era un festival. Los ánimos de la grada nos contagiaban. En el campo nos apoyábamos mucho. Si un compañero perdía la pelota yo le animaba más aún para que no se viniera abajo. Zárraga era pequeñito y jugaba de segundo central. Yo le ayudaba y se batía con los alemanes sin complejos.

— ¿La fiesta que organizarían esa noche para celebrar la quinta Copa de Europa seguida debió ser sonada, verdad?

Cuando llegamos al hotel se nos ocurrió decirle a Bernabéu: “Presidente, habrá que dar una vuelta para festejarlo”. Su respuesta fue tajante: “De aquí no sale nadie. Mañana tenemos que llegar frescos a Madrid para estar con la afición con la mejor cara posible. Hay que darlo todo por ellos”. Don Santiago ya había alquilado seis o siete coches descapotables para que nos recogieran en el aeropuerto de Barajas al día siguiente, desde ahí hacíamos el trayecto triunfal y llegábamos al Ayuntamiento de Madrid para ofrecer la Copa de Europa a la ciudad de Madrid. Bernabéu era rígido. Las fiestas solo se hacían en nuestras casas, entre nosotros.

“Todo lo que Bernabéu decía lo dábamos por bueno; quería y amaba a su club”

Santamaría, recordando al expresidente blanco.

— ¿Lo entendía?

— Pues sí. Fíjese que era una España que había quedado castigada por la Guerra Civil, todavía había gente que pasaba miserias y hambre, y Bernabéu no quería mostrar imagen de euforia y de fiesta cuando “en nuestra España hay personas pasando necesidades”. Eso nos dijo Bernabéu esa noche en Glasgow. Era un hombre increíble.

— Del Real Madrid ya decían por entonces que era el equipo del poder.

— Pues nada más lejos de la realidad. Ni siquiera habíamos ido a ver aún a Franco pese a las cinco Copas de Europa. Los directivos le convencieron al presidente y fuimos a El Pardo. Le escribieron un papel a Bernabéu, pero el presidente se lo guardó en la chaqueta y cuando saludó al Caudillo le dijo de tacada todo lo que había ganado el Madrid en esos años de gloria. Franco escuchaba y no decía nada. Luego, la Directiva bromeó con Bernabéu por su autoridad y fuerza mental.

— Y ese Madrid no ganó las sexta Copa de Europa seguida por dos arbitrajes muy polémicos en la semifinal contra el Barça...

— Los famosos míster Ellis y míster Leafe. Yo creo que estaba todo pagado para que no llegásemos a aquella nueva final. ¡En el Camp Nou nos anularon cuatro goles legales!

— Usted protagonizó la primera época dorada del Real Madrid con cinco Copas de Europa seguidas, y ahora hemos vivido la segunda, con cinco Champions en ocho años. Y esta temporada contra todos los grandes y sin ser favoritos. ¿Cómo ha vivido las increíbles remontadas que precedieron a la Decimocuarta?

— Todo el que ficha por el Madrid está obligado a conocer la historia del Madrid, que se la expliquen. Así es más fácil conseguir lo logrado este año por los muchachos. El Madrid no puede perder porque juega siempre para ganar. El día que se pierde te tienes que ir a tu casa y no salir en un mes. Esta plantilla ha sabido entender lo que es nuestra filosofía de vida. Aquí nadie se rinde hasta el final. Los rivales lo han sufrido en sus carnes. La hinchada se ha contagiado de esta locura y por eso está tan orgullosa de ser del Madrid.

“El día del City fue la locura padre; por eso el Madrid es mágico...”

Santamaría, en AS

— ¿Dónde vio las remontadas ante el PSG, Chelsea y City?

— En el Bernabéu, por supuesto. Ya tengo 93 años, pero mi familia me acompaña y con un ‘damo’ de compañía puedo ver a mi Madrid en el estadio. El club siempre me guarda sitio. Se portan muy bien.

— ¿Dudó alguna vez en esas remontadas?

— En el último ante el City. Por eso el Madrid es mágico. Ese final fue la locura padre. En un minuto dos goles. Ese es el espíritu ganador que tiene el Madrid. Ni suerte ni gaitas.

— Hábleme de qué le parece el nuevo Bernabéu.

— Va a ser espectacular. Cuando esté acabado va a ser una grandísima fuente de ingresos para el club. Igual que le he hablado de Bernabéu tengo que hablarle del actual presidente. Florentino tiene un mérito enorme en lo que está haciendo. Nunca le ves enfadado, siempre sabe estar y es muy correcto. Y lo que hace es siempre pensando en mejorar al club.

— Pues que nos veamos usted y yo en la inauguración del nuevo Bernabéu dentro de un año.

— Así sea, amigo.

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