Primer pellizco de Roglic, segundo zarpazo de Van Aert

‘Un uomo solo al comando’. La famosa frase del radiocronista italiano Mario Ferretti ha quedado para la historia del ciclismo como la narración de un momento legendario, la maratoniana cabalgada de Fausto Coppi en la etapa Cuneo-Pinerolo para sentenciar el Giro de Italia de 1949. Este viernes también hubo ‘un uomo solo al comando’ durante 142 kilómetros, no tan épico, no tan mítico, pero que dignifica igualmente la profesión ciclista. Xabier Isasa, guipuzcoano de 22 años, del equipo Euskaltel-Euskadi, saltó al primer banderazo de la séptima etapa, en la salida de Archidona, y rodó en solitario hasta que restaban 38 km para finalizar en Córdoba. En su caso no era un ataque para ganar La Vuelta, ni siquiera para lograr la victoria parcial. Era un viaje a ninguna parte. Pero en este deporte, no todos los triunfadores levantan los brazos en la meta. Isasi lució los colores naranjas de su maillot, repartió alegría a los niños aficionados en forma de bidones, y volvió a ser agradecido con la organización por la invitación recibida para La Vuelta. Esto también es ciclismo.

Hace tiempo que este tipo de escapadas no tienen futuro. Por eso merecen un redoble de aplausos. Y más en jornadas como la andaluza, que escondía una trampa en las cercanías, el Alto del 14%, que se llama así porque, efectivamente, tiene una rampa con esa pendiente, aunque en realidad son 7,4 kilómetros a una media del 5,6%. La cima se coronaba a 25 kilómetros de la meta cordobesa, con un premio extra de una bonificación de 6 segundos, ubicada esta vez en la montaña y no en un esprint llano. El Alpecin y el Visma mantuvieron bajo control la fuga, que alcanzó los 8:25 minutos, pero el empujón definitivo lo dio el Red Bull tras el primer paso por Córdoba. Primoz Roglic tenía hambre.

El equipo alemán puso un exigente ritmo en la ascensión, que remató Daniel Felipe Martínez, el mejor lugarteniente de Roglic. El esloveno tomó las riendas en primera persona, rompió el grupo cabecero, y logró distanciar unos metros a Ben O’Connor, que estrenaba su maillot rojo. Fue poco, pero significativo. Y esperanzador para el espectáculo del futuro. Roglic abrió hueco para cazar el bonus de 6 segundos, por delante de Sepp Kuss, que se llevó 4, y Richard Carapaz, que se embolsó 2. No es un tiempo relevante, solo un pellizco, pero anuncia el ansia de remontada desde el día después de la exhibición del australiano. O’Connor conserva el liderato con 4:45 minutos. Y lo retendrá muchos días más. De momento, no está preocupado: “He perdido 6 segundos, pero ayer gané cuatro minutos”, dijo en la meta. Las cuentas le salen. Así que habrá que pasar del pellizco al mordisco.

Roglic no le dio continuidad al ataque, el objetivo estaba cumplido, pero la carrera ya estaba lanzada hasta la ciudad de Córdoba, que esperaba nuevo califa. Lo intentó Marc Soler con una arrancada en el descenso, al estilo de la victoria que logró el año pasado en Bilbao, pero su tentativa feneció a 3,5 kilómetros por el empuje del equipo Visma. Bueno, en concreto, por el tesón de su gregario de oro, que también es el vigente campeón de esta carrera. Sepp Kuss se puso el mono de trabajo, como ha hecho tantas veces en su vida para otros, en favor de Wout van Aert, el hombre más rápido del grupo, que consiguió así su segunda victoria en esta edición. El belga ganó al esprint, por delante de Mathias Vacek y Pau Miquel, que logró un sobresaliente tercer puesto para el Kern Pharma. Nunca había participado en la grande española, llevaba sin alzar los brazos esta temporada desde febrero, pero le ha cogido el gusto a la carrera. Van Aert brilla en La Vuelta. Con Kuss de la mano. Y ha prometido devolverle el favor en Madrid.

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todo el deporte en un solo espacio: la actualidad del día, la agenda con la última hora de los eventos deportivos más importantes, las imágenes más destacadas, la opinión de las mejores firmas de AS, reportajes, vídeos, y algo de humor de vez en cuando.