Volcánico Pogacar

El diario L’Équipe, histórico organizador del Tour, amanecía este domingo con un ingenioso montaje en su portada: Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar subían el Puy de Dôme hombro con hombro, codo con codo, la misma imagen que protagonizaron Jacques Anquetil y Raymond Poulidor en 1964, una foto mítica de la historia del ciclismo. ‘Codearse con la leyenda’, rezaba el titular. La creatividad del rotativo francés lanzaba dos mensajes. Por un lado, nos recordaba la mística de esta ascensión, un volcán del Macizo Central que llevaba 35 años sin recibir a la carrera, pero en sus rampas guardaba capítulos legendarios, en blanco y negro y a color, que incluía actores como Coppi, Bahamontes, Julio Jiménez, Gimondi, Ocaña, Van Impe, Zoetemelk, Arroyo, Delgado… Por otro, L’Équipe escenificaba la igualdad que se había vivido en esta 110ª edición hasta la fecha, con esos dos duelos épicos que se repartieron los dos gallos en los Pirineos: en el Marie Blanque golpeó Vingegaard; en Cauterets se desquitó Pogacar. El Puy de Dôme ofrecía su subida de fábula para el desempate. La leyenda continúa…

La etapa de este domingo no repitió el codo con codo, pero casi. El último kilómetro y medio mostró un pulso espectacular, una persecución al límite. Vingegaard resistió esta vez el primer arreón, pero pronto se descolgó unos metros. Así estuvieron, en un tenso tira y afloja, hasta la meta. Un Anquetil-Poulidor de la era moderna. El esloveno mordió 8 segundos al danés, que salvó el maillot amarillo por 17, pero volvió a asestar un golpe moral, como sucedió en la última cita pirenaica. En teoría, sólo en teoría, Pogacar llegaba corto de preparación por su lesión, así que la lógica es que irá a más. Si Vingegaard no puede ahora con él, más difícil lo tendrá en el futuro.

Hubo un momento, sin embargo, que parecía que el desenlace iba a ser al contrario. En plena subida, Pogacar ordenó a su escolta del UAE que bajara el ritmo de trabajo. El Jumbo captó la jugada y volvió a tomar la cabeza con Sepp Kuss. El ataque de Vingegaard se veía venir, igual que ocurrió en el Marie Blanque. No podía dejar pasar la oportunidad. Pero su arrancada no llegaba, no llegaba… y no llegó. Pogacar debió pensar: “Igual el amigo Jonas va peor que yo”. Y se lanzó al ataque, no sabe correr de otra forma, para hurgar en las brechas del rival.

Detrás, en la lucha por el podio, Jai Hindley también había enseñado debilidades, lo que abría la ilusión de aupar a Carlos Rodríguez al podio. Pero el Puy de Dôme castiga a todos y equilibra el sufrimiento. El balance para el granadino fue un cara y cruz. Cedió 9 segundos con Simon Yates, pero metió 14 a Hindley. Sigue cuarto en la general, a 4:22 de Vingegaard y a 1:42 del cajón. Pero lo importante es que, a sus 22 años, continúa su aprendizaje como hombre-Tour, justo el mismo día que Federico Martín Bahamontes cumplía 95 años, el pionero que conquistó el volcán del Macizo Central en 1959 para convertirse en el primer español que reinaba en la Grande Boucle. Carlos es hijo de esa tradición. O incluso biznieto.

La última vez que se había subido al Puy de Dôme había triunfado una escapada. Igual que este domingo. Johnny Weltz consiguió en 1988 la victoria de su vida, mientras que Pedro Delgado cruzaba tercero para consolidar su maillot amarillo a tres días de París. Era el Tour de Perico. La resolución se repitió, era lo esperado. Un grupo de 14 corredores buscaron inscribir su nombre en su palmarés de oro, entre ellos dos españoles, David de la Cruz y Gorka Izagirre, y otro corredor del Movistar, Matteo Jorgenson, un estadounidense de calidad, de 24 años, que pega sus últimas pedaladas como ciclista telefónico sin rehuir la pelea. No tuvo suerte De la Cruz, que sufrió una avería a 20 kilómetros de la meta, cuando había entrado en el corte decisivo. Ni tampoco Jorgenson, que se vio devorado por Michael Woods a 400 metros de la meta cuando ya saboreaba la victoria. El volcán no tuvo piedad. Woods, un veterano de 36 años que ya tenía dos etapas en La Vuelta, estrena así su historial en la más grande en detrimento del Movistar, que buscaba el desquite tras su aciago comienzo de Tour, cuando perdió a su jefe de filas, Enric Mas. Tendrá que esperar.