Vaya par de gemelos

El Tour de Francia sólo duró 160 kilómetros para Enric Mas. Así de cruel es muchas veces el ciclismo. Una caída en el descenso del Vivero, cuando se enfilaba la parte decisiva de la etapa, camino del Muro de Pike, lanzó por los suelos a dos favoritos al podio, Richard Carapaz y el propio Mas. Los dos se levantaron doloridos. El ecuatoriano retomó la marcha, con mala pinta para el futuro. Pero el español tomó el camino de vuelta a casa. Un enorme bajón para el Movistar y para el ciclismo nacional, que pierde así a su principal hombre para la general antes de la batalla. Un ciclista, además, que el año pasado se atragantó psicológicamente en las bajadas. Ahora queda un trabajo de recuperación doble. Físico y mental para el corredor, que debe cambiar el chip y pensar en la Vuelta. Mental y táctico para el equipo, que tiene que reconstruir sus objetivos.

Con la carrera ya lanzada, el pelotón no miró atrás. El primer maillot amarillo siempre es especial. Mucho más con la implicación de los principales gallos. Y más aún si discurre por carreteras cercanas, familiares, por un quebrado recorrido vizcaíno, con salida y llegada en Bilbao, que presentaba un escenario ideal para la primera pelea. El punto caliente estaba marcado: el Muro de Pike, 4,2 kilómetros a una pendiente media del 7,3%, con rampas que superaban el 15%, que se coronaba a 9,6 km de la meta. Los aspirantes conocían la subida al dedillo, la habían inspeccionado en estos días previos de carrera. Nadie quería verse sorprendido en esta ascensión. Lo que no podían imaginar es que la sorpresa irrumpiría, en forma de caída, en el descenso anterior.

El UAE Team, con ganas de revancha, fue el más ambicioso en el muro. Felix Grossschartner apretó el ritmo con tanta fuerza, en favor de un remate de Tadej Pogacar, que se vio solo en cabeza. La imagen, pintoresca, demuestra cómo ha preparado este año la cita el equipo de Josean Fernández ‘Matxin’. La lección de 2022, cuando se vio apabullado por el Jumbo, está bien aprendida. El relevo lo tomó Adam Yates, el lugarteniente de Pogacar, que hizo un buen destrozo, hasta el punto de que se quedó al frente con su líder, que coronó primero en la cima, con Jonas Vingegaard, su máximo rival, y con Victor Lafay, sorprendente invitado a la fiesta. El UAE hacía daño.

Simon Yates aprovechó el reagrupamiento para jugar sus cartas, pero avanzó con un contendiente bien conocido, su gemelo Adam, que pidió permiso al jefe para buscar la primera victoria y el primer maillot amarillo. Pogacar dio luz verde. El triunfo iba a ser cosa de dos. Todo quedaba en familia. Pero ni siquiera hubo esprint. Adam descolgó a Simon en los últimos metros, en ligera subida. Está fuerte. Y eso que teóricamente es el hermano menos bueno. Para Simon, con seguridad, fue su derrota menos dolorosa. Por detrás, Pogacar encabezó el grupo perseguidor en la llegada con los brazos en alto. El UAE ya está al mando. Con un golpe poderoso.

El primer español en la meta de Bilbao fue Mikel Landa, en la 12ª posición, justo por delante de Carlos Rodríguez. El resultado no compensa el prematuro abandono de Enric Mas, pero al menos mantiene las esperanzas de los otros dos ciclistas de casa que han partido con pretensiones en la clasificación general. No estuvieron en la pelea por la etapa, ni ellos, ni otros candidatos como Alex Aranburu, que cruzó 16º, o Pello Bilbao, que llegó con un pinchazo. Este domingo tendremos una fiesta parecida, entre Vitoria y San Sebastián, con el Jaizkibel como juez. Ya no estará Mas. Pero la vida sigue. El Tour sólo mira al frente.