Philipsen VI de Borbón

El Tour de Francia abandonó el Macizo Central, con las emociones del Puy de Dôme y de la victoria de Pello Bilbao en Issoire en el retrovisor, para enfilar en dirección al Jura y los Alpes, las dos cadenas montañosas que volverán a brindar un escenario marcial para la batalla entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, del viernes al domingo. El viaje de acercamiento comenzó con una etapa prácticamente llana, con solo tres tachuelas de cuarta categoría, que proponía un perfil propicio para una resolución al esprint, con todos sus ingredientes tradicionales. Una jornada, por tanto, donde era más fácil formar una escapada que rematarla, justo lo contrario que había ocurrido el día anterior. Y que no otorgaba más preocupaciones a los gallos de la clasificación general que los amenazantes abanicos, que son algo así como ‘que viene el coco, que viene el coco”, aunque luego casi nunca viene, junto al riesgo habitual de caídas.

La fuga se formó pronto, claro. Y no llegó a ningún sitio, obvio. Los aventureros de la jornada fueron Matîs Louvel, Andrey Amador y Daniel Oss, que se fueron descolgando por ese mismo orden hasta que el italiano del TotalEnergies, último superviviente, acabó devorado a 13 kilómetros de la meta por la voracidad del pelotón. Oss tenía más necesidad que ninguno de enseñar su maillot, porque el anuncio de jubilación de Peter Sagan se ha interpretado indirectamente como la retirada también de su inseparable compañero. Pero, no. Oss quiere seguir en la pomada. Y así lo reivindicó durante el borbónico recorrido de este jueves.

La cabalgada del trío, luego dúo y finalmente unidad, se fue alternando en la cobertura de televisión con las imágenes aéreas de iglesias y castillos asociados a la historia de la Casa Real de España, al origen francés de los Borbones. Vimos, por ejemplo, el Château de Bourbon-l’Archambault, en Allier. O el Château des Ducs de Bourbon, en Montluçon. O la localidad de Souvigny, cuna de la familia. Y, por supuesto, la llegada de Moulins, la capital del Ducado de Borbón. El noble trayecto tuvo pocos sobresaltos, salvo un amago de abanicos a una cincuentena de kilómetros, con el Ineos y el Jumbo en cabeza, con más apariencia de proteger a sus líderes que de provocar una trisca. El viento no pasó a mayores, como suele ocurrir la mayoría de las veces. Tampoco la lluvia que arreció en algunos tramos del final. La velocidad creció según se olisqueaba la meta. Y los mosqueteros de la última recta desenvainaron sus espadas.

La quinta llegada masiva del Tour de Francia 2023 fue el cuarto triunfo de Jasper Philipsen. Sólo ha perdido en una ocasión, ante Mads Pedersen, y fue porque el final picaba para arriba. Esta vez no dispuso de su escudero de lujo para el lanzamiento del embalaje, tuvo que buscarse la vida solo entre el resto de lobos sin su fiel Mathieu van der Poel, pero con habilidad y olfato se movió de rueda en rueda hasta la rueda final de Dylan Groenewegen, a quien rebasó sobrado en la línea de meta. El belga del Alpecin suma ya cuatro victorias en la presente edición, que ascienden a seis si añadimos las dos del año pasado. Fue Philipsen VI de Borbón. El rey del esprint.