Evenepoel inicia la revolución

Remco Evenepoel tomó la salida de La Vuelta 2022 arropado por dos signos de interrogación. ¿Se confirmará por fin como ciclista de grandes rondas? Del belga ya sabíamos que es un fenómeno en las clásicas, con exhibiciones como las protagonizadas este año en Lieja y San Sebastián. También de carreras cortas por etapas. Pero una grande es otra cosa. Evenepoel lo conocía, porque en el Giro 2021 tuvo una experiencia fallida. Por eso la ronda española se presenta como un examen tan relevante en su andadura. Un trampolín. De momento lo aprueba con sobresaliente. En el primer contacto con la montaña, Evenepoel se ha enfundado el maillot rojo. Queda mucha tela. Pero no es mala presentación.

El cocinado de esta sexta etapa traía dos ingredientes nuevos: la lluvia del norte de España y la primera llegada en alto, en el inédito Pico Jano, con el aperitivo del Collado de Brenes, una subida que los diseñadores del recorrido señalaban con un punto igual de clave, o más, que la ascensión final. Un puerto de 6,8 kilometros al 8,2%, con pendientes máximas del 15% y un firme gravoso. Un exigente punto intermedio que había que subir, pero también bajar. El Quick Step se quitó totalmente la careta en esa montaña, donde colocó al frente sin disimulos a uno de sus ilustres, el campeón del mundo, Julian Alaphilippe. El equipo belga quería una carrera dura, el anuncio de un futuro ataque de Evenepoel, ese aspirante de 22 años. Uno de sus puntos débiles es el descenso. Igual que le ha ocurrido recientemente a Enric Mas. Pero ambos cubrieron esa bajada sin sobresaltos.

El novedoso Pico Jano, 12,6 kilómetros al 6,55%, con rampas del 12% en su primera mitad, se alzaba como el plató de la batalla final. Mark Padun, superviviente de la escapada, lo afrontó en cabeza, con un minuto de ventaja, pero la película tenía el foco en otro sitio, en el pelotón de los capos. Padun estaba condenado. Jay Vine saltó desde ese grupo a 10 kilómetros de la cima, sin que ningún jefe le hiciera mucho caso. No era rival para la general. Una circunstancia que supo aprovechar para lanzarse a por la victoria. Sin vigilancia y con buenas piernas.

Quien inició las hostilidades entre los gallos fue Simon Yates, el campeón de La Vuelta en 2018, que disparó una infructuosa primera andanada. Agua. La segunda ya tuvo al protagonista esperado. Evenepoel sacó el rodillo a 8 kilómetros. Sin piedad. El tricampeón Primoz Roglic resistió el embate inicialmente, pero se descolgó pronto, demasiado pronto… La cuarta victoria consecutiva del esloveno parece hoy pólvora mojada. El único que aguantó el tipo fue el renacido Mas. De momento, es otro corredor diferente al que vimos en el Tour. La ronda española es su carrera.

La revolución no iba a quedarse ahí. Juan Ayuso, la perla del ciclismo español, debutante a sus 19 años, arrancó desde atrás en persecución de Evenepoel y Mas. El corredor de Jávea conocía bien la subida, porque había ganado aquí de amateur en la Vuelta al Besaya. No pudo atrapar al dúo destacado, pero su cuarto puesto anuncia un bello porvenir.

Vine ganó la etapa. Su guerra era de otro mundo. Evenepoel, segundo, se vistió de líder con 21 segundos sobre Rudy Molard. Seis días de Vuelta y seis líderes diferentes. Mas se encarama a la tercera plaza, a 28″. Y Roglic ha sido desplazado a 1:01. El escenario ha dado un vuelco al primer roce con la montaña, que incluye un chorro de esperanza para España. Enric, resucitado, aguanta el pulso al mejor. Y los dos ciclistas del mañana se han instalado en el top-10: Ayuso, quinto, a 1:12, y Carlos Rodríguez, octavo, a 1:34. Hay futuro. Y presente. Al fin.